sábado, 31 de diciembre de 2022

Todo triunfo, si bueno y verdadero, es participación al Triunfo de la Cruz de Jesucristo

 



Todo triunfo, si bueno y verdadero, es participación al Triunfo de la Cruz de Jesucristo

Hace unos años, cuando la Selección Argentina de fútbol perdió la final contra Alemania, reflexionamos acerca de cómo la derrota, en Cristo, adquiere otra dimensión, puesto que, en la Cruz de Cristo, por el poder divino de Cristo, lo que parece humanamente derrota, es triunfo. En efecto, Cristo Dios, si se lo ve humanamente, fue derrotado por sus enemigos en la Cruz; pero visto desde la perspectiva de la Santísima Trinidad, lo que parece una derrota en el Calvario, es el máximo triunfo de Dios Trino sobre los enemigos de Dios y de la humanidad: la muerte, el pecado y el demonio. Y así decíamos que a la derrota -en este caso, futbolística-, había que vivirla, como cristianos, al pie de la Cruz, en donde la derrota se convierte en triunfo.

De la misma manera, también el triunfo -en este caso, también futbolístico-, debe vivirse, como cristianos, al pie de la Cruz, porque es verdad que todo triunfo -aunque sea en algo pasajero y superficial como es un deporte, el fútbol-, si bueno y verdadero -que en este caso lo es-, es una participación al Triunfo de Cristo en la Cruz. Es por eso que es a Cristo a Quien debemos darle gracias por el triunfo de nuestra Selección, a Él y solo a Él y también a la Virgen de Luján, cuyo Manto sagrado es -providencialmente- nuestra Bandera Nacional, porque Ella es la Patrona, la Dueña y la Señora de nuestra Patria (y también debemos darle gracias al Ángel Custodio de Argentina, a quien, en los penales, al menos yo personalmente le recé por nuestra Selección).

En definitiva, tanto en la derrota, como en el triunfo, debemos siempre unirnos al Madero Santo de la Cruz; tanto en la derrota, como en el triunfo, debemos abrazar la Santa Cruz de Jesús, porque si es derrota, se convierte en triunfo y si es triunfo, bueno y verdadero, es participación del Triunfo del Calvario. En nuestra historia como nación, fuimos derrotados en la Batalla de Malvinas y también en la batalla cultural, desde el momento en que la ultraizquierda atea y materialista parece haberlo conquistado absolutamente todo, pero si nos unimos a la Cruz de Cristo, si nos abrazamos a la Cruz de Cristo, pidiendo a la Virgen que nos cubra con su Manto celeste y blanco y si le pedimos al Ángel Custodio de Argentina que nos libren de nuestros enemigos, entonces, aun en la derrota, ya comenzamos a vislumbrar el triunfo del mañana, del Nuevo Amanecer del Sol de justicia, Cristo Jesús, anunciado por la Estrella de la mañana, la Virgen Santísima. En la Cruz de Cristo venceremos a los enemigos de Dios, de la Patria y de la Familia, pero solo en la Cruz de Cristo, porque solo allí vencemos, tanto en lo pasajero y superficial, como puede ser un triunfo deportivo, como en lo más profundo y serio, como la Batalla material -Malvinas- y espiritual, moral y cultural -la lucha contra el materialismo ateo de la ultraizquierda marxista y comunista. Solo en la Cruz de Cristo todo triunfo, si bueno y verdadero, adquiere una nueva dimensión, que sin Cristo no la tiene, aun cuando este triunfo sea en algo pasajero como un deporte, el fútbol. Y así como Cristo nos concedió el triunfo -a través de la Selección-, así nos concederá el triunfo sobre los enemigos de Dios y de la Patria, esto es, el demonio, el pecado y la muerte. Y llevados de la mano, como un niño pequeño es llevado por su madre, cantaremos para siempre, en la eternidad del Reino de Dios, el Triunfo de los triunfos, la Victoria de Cristo Dios en la Cruz.