viernes, 20 de marzo de 2015

La Ley Scout esconde el secreto de la felicidad para el Scout


        La Ley Scout esconde el secreto de la felicidad para un Scout y por eso mismo, un scout católico debe tener siempre presente, en su mente y en su corazón, tanto la Ley[1] como la Promesa[2] Scout: la Ley Scout le permitirá poner en orden a los valores más importantes de la vida; la Promesa Scout, a su vez, le permitirá vivir en concreto los valores y ponerlos por obra en la vida cotidiana; la unión de la Ley y de la Promesa -que es la puesta en obra de la Ley- dará la felicidad al Scout. Veamos un poco más en detalle el por qué. En el caso de los Scouts Católicos, es muy importante conocer la Ley Scout, porque sus preceptos, valores, normas y principios, se encuentran entre los más nobles y excelentes que pueda desear y adquirir un joven. Pero de entre todos estos preceptos, valores, normas y principios de la Ley Scout, hay uno, que es el más excelente de todos, y es el primero, porque en él está concentrada toda la Ley Scout: “El Scout ama a Dios y vive plenamente su Fe”. Si un Scout cumple con este precepto de la Ley Scout, cumple con toda la Ley Scout, porque sucede como con los Diez Mandamientos: así como el Primer Mandamiento –“Amarás a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”- resume y condensa a todos los Mandamientos, de manera tal que el que cumple el Primer Mandamiento, cumple todos los Mandamientos, así sucede con la Ley Scout: quien cumple con el primer precepto, cumple con toda la Ley Scout, porque en él está contenida toda la Ley.
         Por otra parte, no hay un precepto más hermoso -y aquí está la clave de porqué la Ley Scout esconde el secreto de la felicidad para el Scout- porque manda “amar a Dios” y “vivir plenamente” la Fe en Dios, y no puede haber un precepto más hermoso que el primero de la Ley Scout, porque manda amar al Amor, porque, como dice el Evangelista Juan, “Dios es Amor” (1 Jn 4, 8). Sucede lo que sucede con la Ley de Dios: no hay un mandamiento más hermoso que el primero, que manda amar a Dios. El Scout se encuentra, entonces, en la “obligación” –bendita- de “amar a Dios”, porque así lo establece su Ley, tal como sucede con los Mandamientos de la Ley de Dios, en donde se “manda” amar a Dios. Ésta es entonces la razón de porqué decimos que la Ley Scout esconde el secreto de la felicidad para el Scout: porque manda "amar al Amor", y no hay nada más hermoso que eso.
Ahora bien, hay que precisar que, en el caso de los Scouts Católicos, el Dios al que hay que amar, no es un Dios que esté lejano, perdido en el cosmos, y del cual se tienen pocas o ninguna noticia; "la fe que hay que vivir", en el caso de los Scouts católicos, nos dice que el Dios de los Scouts católicos es un Dios que es Uno en naturaleza y Trino en Personas, como enseña el Catecismo de Primera Comunión, y que se ha encarnado, de esas Tres Divinas Personas, la Segunda, el Hijo, en Jesús de Nazareth. Es decir, para el Scout católico, el Dios al que hay que amar, el Dios al que manda la Ley Scout amar, tiene un Rostro, un Cuerpo, un Nombre: Jesús de Nazareth, el Hombre-Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, que se encarna en el seno de María Virgen y es Dios, de majestad y poder iguales al Padre y al Espíritu Santo.
Entonces, si el Scout católico quiere cumplir y vivir la Ley Católica, tiene que dirigirse a su Dios, que se ha encarnado en Jesús de Nazareth, para amarlo, con todas las fuerzas de su corazón. ¿Y dónde está ese Dios, al que el Scout católico debe amar, con todas las fuerzas de su corazón? Ese Dios, Jesús de Nazareth, está en la cruz y está en la Eucaristía, y es ahí adonde debe acudir el Scout católico para amarlo y adorarlo, para así cumplir con la Ley Scout.






[1] 1 El/La Scout ama a Dios y vive plenamente su Fe. 2 El/La Scout es leal y digno/a de toda confianza. 3 El/La Scout es generoso/a, cortés y solidario/a. 4 El/La Scout es respetuoso/a y hermano/a de todos. 5 El/La Scout defiende y valora la familia. 6 El/La Scout ama y defiende la vida y la naturaleza. 7 El/La Scout sabe obedecer, elige y actúa con responsabilidad. 8 El/La Scout es optimista aún en las dificultades. 9 El/La Scout es económico/a, trabajador/a y respetuoso/a del bien ajeno. 10 El/La Scout es puro/a y lleva una vida sana. Cfr. http://www.scouts.org.ar/nosotros/ley-y-promesa
[2] Yo (….……………………..), por mi honor PROMETO/ hacer cuanto de mí dependa/ para cumplir mis deberes para/ con Dios, la Patria, con los demás y/ conmigo mismo,/ayudar al prójimo/y vivir la Ley Scout. http://www.scouts.org.ar/nosotros/ley-y-promesa

viernes, 13 de marzo de 2015

La oración es la fortaleza de la familia


         ¿Qué es lo que hace fuerte a una familia? Hay familias que ponen sus fortalezas en diversas cosas, como por ejemplo, alianzas matrimoniales, y es así como muchos, en la nobleza, se casan por conveniencia, para fortalecer sus títulos nobiliarios y acrecentar sus fortunas; otros, no tan nobles, pero deseosos también de aumentar sus fortunas, entablan alianzas matrimoniales sólo por conveniencia financiera, porque las respectivas familias tienen dinero y posesiones materiales; otros, ponen su confianza y fortaleza en la fama; otros, en la belleza; otros, en los talentos; otros, en la inteligencia; y así, hay familias en las que se destacan futbolistas, músicos, científicos, artistas.
         Estas familias depositan su confianza y fortaleza en talentos humanos.
         Pero todas estas cosas son efímeras, pasajeras, porque hoy están y mañana no; hoy están y mañana desaparecen. Una familia, que hoy es conocida porque tiene a un futbolista muy famoso y reconocido, multimillonario, que sale en televisión todos los días –y que por eso es una familia muy fuerte-, de la noche a la mañana, puede dejar de serlo, porque ese futbolista, o se muere, o se enferma gravemente, o por el motivo que sea, deja de jugar al fútbol, y así, lo que había sido el motivo de su fuerza humana, en segundos, se viene abajo.
         Así sucede con las realidades humanas: todo pende de un hilo, y ese hilo lo sostiene Dios con su poder, con su omnipotencia divina.
         Los humanos ponemos nuestra confianza y nuestra fuerza en seguridades humanas y creemos que todo funciona porque somos nosotros, los seres humanos, los que hacemos que las cosas funcionen. Pensamos que somos el motor del universo, y no nos damos cuenta de que el Motor del universo es Dios Uno y Trino y que ninguna de nuestras seguridades humanas es segura, si Dios no las asegura.
         Lo mismo pasa con la familia: la fortaleza de la familia no está en los lazos de sangre, ni en alianzas de conveniencia, en pactos por dinero, ni en seguros contra terceros: la fortaleza de la familia está en Dios y a Dios se llega por la oración y el ejemplo y modelo y camino de oración es Jesús en la cruz.
         Jesús en la cruz es ejemplo y modelo de oración para la familia, porque la oración de Jesús crucificado es la oración perfecta, porque es la oblación de Sí mismo como Víctima Pura y Santa, que expía los pecados del mundo y dona, con su Sangre derramada y su Cuerpo entregado, la gracia santificante que nos perdona los pecados y nos concede la filiación divina.
         Jesús en la cruz es el Camino de oración para la familia, porque nadie va al Padre sino por Jesús, el Unigénito, que en la cruz extiende sus brazos para donarnos el Espíritu Santo, el Espíritu que nos hace ser hijos de Dios y nos hace exclamar “Abbá”, es decir, “Padre”.
         Es entonces la oración y solo la oración la que hace fuerte a la familia, y la oración a Cristo crucificado, en Cristo crucificado, con Cristo crucificado, y es la razón por la cual en ninguna familia debe faltar el crucifijo –ni Jesús sin la cruz, ni la cruz sin Jesús-, que nunca debe ser un adorno, lo cual constituiría un agravio, sino un lugar de elevación del alma a Dios, es decir, un lugar de oración, de encuentro del alma con el Padre, por Cristo, en el Espíritu.
         Y si Jesús crucificado es el Camino que nos conduce al Padre, la Virgen al pie de la cruz es quien nos conduce a su Hijo Jesús, porque así como nadie va al Padre sino lo conduce el Hijo, así también es cierto que nadie va al Hijo sino lo conduce la Madre.
         La oración es la fortaleza de la familia, y es la oración ante el crucifijo, pero es también la oración que es la Santa Misa, porque en la Santa Misa, Jesús no está representado en su sacrificio, como en el crucifijo, sino que renueva, en la realidad, su Santo Sacrificio de la cruz, de modo sacramental e incruento, de manera que si ante el crucifijo se hace oración ante una representación pictórica de Jesucristo, en la Santa Misa se hace oración ante Jesucristo crucificado en la realidad, que entrega su Cuerpo en la Eucaristía y derrama su Sangre en el cáliz.

         La familia que reza a Jesús en la cruz y en la Misa, es verdaderamente fuerte, con la fortaleza misma de Dios.

jueves, 12 de marzo de 2015

¿Dónde está la felicidad?


         Todo ser humano, pero especialmente el joven, desea ser feliz y por eso mismo, toda la vida humana, desde el instante mismo del nacimiento, consiste en una constante búsqueda de la felicidad. El problema es que muchos la buscan en lugares donde esa felicidad no está, ni podrá estarlo jamás: no está en las cosas del mundo; no está en la ciencia sin fe; no está en el dinero; no está en el éxito; no está en el tener muchos bienes materiales; no está en las relaciones pasionales pasajeras. Mucho menos, muchísimo menos, está en las drogas, en el alcohol, en las substancias tóxicas, en la satisfacción hedonista de los sentidos.
         Hoy, el mundo, a través de los medios de comunicación masivos, principalmente la televisión e internet, ha creado una engañosa realidad virtual, llena de colorido, de risas vacías, de música estridente, en donde todo lo malo “está bien”, y todo lo bueno “es malo, aburrido, desagradable”. Hoy, en nuestros días, el mundo ha creado una realidad virtual, una especie de “realidad-Disney” o de “realidad-Alicia-en-el-país-de-las-maravillas”, en donde la felicidad consiste en hacer lo que cada uno quiere hacer. El mundo dice que la felicidad está en el dinero, en el éxito mundano, en las relaciones pasionales, múltiples, pasajeras, vacías; en síntesis, el mundo dice que la felicidad está en la satisfacción de las pasiones del hombre.
         Sin embargo, se trata de una realidad, como dijimos, engañosa, falsa, virtual, porque allí no solo no está la felicidad, sino que lo que el hombre encuentra, es angustia, vacío existencial, desesperación, dolor y muerte, muerte no solo temporal, sino ante todo muerte eterna, porque esa realidad engañosa del mundo es solo un espejismo que esconde el inacabable Abismo del cual no se sale.
         Joven, si preguntas: “¿Dónde está la felicidad?”, la respuesta es: la felicidad está en Jesucristo, porque Jesucristo es Dios y como Dios, Él es Alegría, Amor, Paz, Bondad, Misericordia, Felicidad, Dicha, Gozo. No hay felicidad posible y no existe otra felicidad que no sea Jesucristo.
¿Y dónde está Jesucristo?
Jesucristo está en la cruz y está en la Eucaristía; está en la oración y está en el hermano, sobre todo en el más necesitado. Quiere decir que cuanto más nos acerquemos a Jesucristo, más felices seremos, porque Él es la Fuente inagotable de la felicidad; quiere decir que si llevamos nuestra cruz todos los días y lo seguimos a Él, que va camino del Calvario; si asistimos a Misa –no para asistir a un espectáculo vacío, ni para cumplir con un rito religioso, sino para unirme a Él en la renovación sacramental e incruenta de su sacrificio en cruz- y comulgamos en gracia, principalmente los Domingos; si hacemos oración y si obramos la misericordia para con nuestros hermanos más necesitados, entonces tendremos a Jesús en el corazón y seremos felices, aun en medio de las tribulaciones y persecuciones del mundo, porque el mundo persigue a los que son de Cristo (cfr. Mt 5, 11).
Por último, ¿quién nos conducirá hasta Cristo, de manera de no equivocar el camino? La Virgen, porque dicen los santos que el que se acerca a María, recibe a Jesús. Acudir a María es llegar a Jesús, Fuente de la felicidad.

Entonces, ¿dónde está la felicidad? En Jesús y María, y la felicidad que ellos nos dan, es para esta vida, aquí, en la tierra, y para el cielo, para siempre.