¿Qué es lo que hace fuerte a una familia? Hay familias que
ponen sus fortalezas en diversas cosas, como por ejemplo, alianzas
matrimoniales, y es así como muchos, en la nobleza, se casan por conveniencia,
para fortalecer sus títulos nobiliarios y acrecentar sus fortunas; otros, no
tan nobles, pero deseosos también de aumentar sus fortunas, entablan alianzas
matrimoniales sólo por conveniencia financiera, porque las respectivas familias
tienen dinero y posesiones materiales; otros, ponen su confianza y fortaleza en
la fama; otros, en la belleza; otros, en los talentos; otros, en la
inteligencia; y así, hay familias en las que se destacan futbolistas, músicos,
científicos, artistas.
Estas familias depositan su confianza y fortaleza en
talentos humanos.
Pero todas estas cosas son efímeras, pasajeras, porque hoy
están y mañana no; hoy están y mañana desaparecen. Una familia, que hoy es
conocida porque tiene a un futbolista muy famoso y reconocido, multimillonario,
que sale en televisión todos los días –y que por eso es una familia muy
fuerte-, de la noche a la mañana, puede dejar de serlo, porque ese futbolista,
o se muere, o se enferma gravemente, o por el motivo que sea, deja de jugar al
fútbol, y así, lo que había sido el motivo de su fuerza humana, en segundos, se
viene abajo.
Así sucede con las realidades humanas: todo pende de un
hilo, y ese hilo lo sostiene Dios con su poder, con su omnipotencia divina.
Los humanos ponemos nuestra confianza y nuestra fuerza en
seguridades humanas y creemos que todo funciona porque somos nosotros, los
seres humanos, los que hacemos que las cosas funcionen. Pensamos que somos el
motor del universo, y no nos damos cuenta de que el Motor del universo es Dios
Uno y Trino y que ninguna de nuestras seguridades humanas es segura, si Dios no
las asegura.
Lo mismo pasa con la familia: la fortaleza de la familia no
está en los lazos de sangre, ni en alianzas de conveniencia, en pactos por dinero,
ni en seguros contra terceros: la fortaleza de la familia está en Dios y a Dios
se llega por la oración y el ejemplo y modelo y camino de oración es Jesús en
la cruz.
Jesús en la cruz es ejemplo y modelo de oración para la
familia, porque la oración de Jesús crucificado es la oración perfecta, porque
es la oblación de Sí mismo como Víctima Pura y Santa, que expía los pecados del
mundo y dona, con su Sangre derramada y su Cuerpo entregado, la gracia santificante
que nos perdona los pecados y nos concede la filiación divina.
Jesús en la cruz es el Camino de oración para la familia,
porque nadie va al Padre sino por Jesús, el Unigénito, que en la cruz extiende
sus brazos para donarnos el Espíritu Santo, el Espíritu que nos hace ser hijos
de Dios y nos hace exclamar “Abbá”, es decir, “Padre”.
Es entonces la oración y solo la oración la que hace fuerte
a la familia, y la oración a Cristo crucificado, en Cristo crucificado, con
Cristo crucificado, y es la razón por la cual en ninguna familia debe faltar el
crucifijo –ni Jesús sin la cruz, ni la cruz sin Jesús-, que nunca debe ser un
adorno, lo cual constituiría un agravio, sino un lugar de elevación del alma a
Dios, es decir, un lugar de oración, de encuentro del alma con el Padre, por
Cristo, en el Espíritu.
Y si Jesús crucificado es el Camino que nos conduce al
Padre, la Virgen al pie de la cruz es quien nos conduce a su Hijo Jesús, porque
así como nadie va al Padre sino lo conduce el Hijo, así también es cierto que nadie
va al Hijo sino lo conduce la Madre.
La oración es la fortaleza de la familia, y es la oración
ante el crucifijo, pero es también la oración que es la Santa Misa, porque en
la Santa Misa, Jesús no está representado en su sacrificio, como en el
crucifijo, sino que renueva, en la realidad, su Santo Sacrificio de la cruz, de
modo sacramental e incruento, de manera que si ante el crucifijo se hace
oración ante una representación pictórica de Jesucristo, en la Santa Misa se
hace oración ante Jesucristo crucificado en la realidad, que entrega su Cuerpo
en la Eucaristía y derrama su Sangre en el cáliz.
La familia que reza a Jesús en la cruz y en la Misa, es
verdaderamente fuerte, con la fortaleza misma de Dios.
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