La familia constituida por papá-varón, mamá-mujer, e hijos, no es algo artificial, ni depende de la religión o de la cultura, ya que sus características son ancestrales.
-Matrimonio
¿Para
qué casarse? Muchos se casan y se separan o divorcian al poco tiempo.
No
da lo mismo casarse que no casarse. Además, el hecho de que muchos se casen y
al poco tiempo decidan separarse y/o divorciarse, no dice nada en contra del
matrimonio. Casarse quiere decir planear juntos un proyecto de vida y amor y
estar dispuestos a llevarlo a cabo hasta el fin, lo cual necesita un amor fuerte,
de esposos, sellado con el matrimonio. El matrimonio es como la “garantía” de
que los esposos se aman tanto, que no dejarán solo al otro en ese proyecto
común. La separación no es nunca un bien en sí mismo sino un mal menor, que en
muy contados casos se puede tolerar; el divorcio, por el contrario, no es nunca
aceptable. En todo caso, la separación puede y debe evitarse, y para ello, los
esposos deben recurrir, a tiempo, a especialistas (terapeutas especializados en
matrimonios, psicólogos, sacerdotes, etc.) que puedan ayudarlos a superar las
desavenencias.
La
única diferencia entre las relaciones pre-matrimoniales y las del matrimonio,
es que unos no están casados, y otros sí. Da lo mismo estar o no estar casados
para tener relaciones, porque lo único que los diferencia es una ceremonia
religiosa y un papel firmado por ambos.
El placer erótico y sexual se justifica sólo cuando
dos personas se aman tanto que deciden convertirse en esposos. Sólo entre
esposos unidos en matrimonio, la relación sexual comunica el amor que cada uno
siente por el otro, además de abrirse a la vida, a la aparición de un hijo, que
va a ser el fruto de ese amor. Por todo esto, el matrimonio, que “hace posible”
las relaciones sexuales entre el varón y la mujer, es algo profundo que va más
allá de la ceremonia religiosa y que de ninguna manera se limita a un papel
firmado por los cónyuges: implica un compromiso vital, basado en un amor
profundo y verdadero, todo lo cual se encuentra ausente en las relaciones
pre-matrimoniales.
Hay muchos que viven
juntos y se llevan bien, sin casarse por la Iglesia. El matrimonio
no hace falta, ya que en el fondo no es más que una costumbre que viene de
épocas pasadas, pero que ha perdido validez para el mundo de hoy.
En
el mundo moderno de hoy, en muchos ámbitos se considera difícil o incluso
imposible vincularse a una persona por toda la vida, e incluso se va todavía
más allá, al burlarse abiertamente de los esposos que se comprometen a la mutua
fidelidad como garantía de la indisolubilidad del matrimonio.
Pero
el matrimonio con sus características ancestrales –indisolubilidad y
fidelidad-, al tiempo que se corresponde a las exigencias de felicidad de los
cónyuges –lo cual no se da en las llamadas “uniones libres”-, no puede nunca
“pasar de moda” ni quedar “perimido”, puesto que se estas características se
encuentran enraizadas en la misma naturaleza del varón y de la mujer, que exige
la donación personal y total de los cónyuges para el alcanzar la felicidad
propia y la de los hijos.
-Familia
¿Es verdad que la familia
humana tal como la hemos conocido hasta hace poco, es decir, la formada por el
padre, la madre y los hijos, es sólo una “construcción cultural” y que como tal
puede y debe ser reemplazada por las modernas “familias”, compuestas por las
más diversas combinaciones?
Un
niño en gestación, que “viene en camino”, tiene muchos “derechos humanos”; el
primero de todos, es el derecho a vivir, derecho básico puesto que sin este,
como es obvio deducir, no existe ningún otro. Pero también tiene otros
derechos, y entre ellos, figura el derecho a ser concebido como fruto del amor
esponsal entre el varón y la mujer, y derecho a ser educado bajo la guía y el
modelo de un padre y de una madre. Cualquier otra opción alternativa a este
modelo, significa desconocer el derecho del niño y exponerlo a su vez a
interrogantes que le surgirán con el tiempo, frente a los cuales no tendrá
respuestas, generándole crisis de angustia existencial.
-Hijos
En
la televisión y en los medios de comunicación se ven, cada vez con más
frecuencia, que muchos matrimonios, que no pueden tener hijos, recurren a las
técnicas de laboratorio, como la
Fecundación in vitro, o también recurren al alquiler de
úteros. Si quieren tener un hijo de esa manera, ¿por qué prohibírselo?
Todo
ser humano tiene derecho a nacer en el seno de una familia, como producto del
amor de sus padres, manifestado en el acto conyugal. Se vulnera este derecho
cuando el hijo por nacer es concebido “accidentalmente” porque lo que se
buscaba en esa relación que lo engendró era el placer y no una nueva vida
humana. La dignidad intrínseca de toda persona humana exige el ser
concebido en el seno de una familia.
Cualquier
otra opción vulnera este derecho humano, por otra parte, básico y elemental,
del niño por nacer. Otro elemento, no menos importante, que lleva a rechazar
técnicas artificiales de fecundación (Fecundación in vitro, por ejemplo), es que en la realización de dichas
técnicas, para lograr uno, dos o tres embriones viables, deben “descartarse” varios
considerados “inviables”.
¿Qué sucede con los
embriones que no se descartan?
A
aquellos a los que no se los descarta, están destinados, en el mejor de los
casos, a ser congelados, siempre por un tiempo limitado, puesto que luego de un
período deben ser desechados. Oros embriones se destinan a la experimentación científica
al ser considerados “tejidos biológicos” y no seres humanos en gestación. Todo
esto hace inaceptable el recurso a estas técnicas artificiales de concepción,
puesto que el fin -el hijo- no justifica nunca los medios -eliminar, descartar,
desechar, congelar a los embriones que no fueron seleccionados-.