Cuando Dios creó al hombre, lo creó varón y mujer y lo creó
de manera tal que el varón encontrara en la mujer su mayor contento y felicidad
y viceversa, que la mujer encontrara en el varón su mayor contento y felicidad.
Y los creó de tal manera que el varón, al unirse a la mujer por amor, formaran
una familia, unida por el amor y en su Sabiduría divina dispuso que el fruto de
este amor entre el varón y la mujer, fueran los hijos. Los hijos, entonces, son
el fruto del amor de los esposos. El amor de los esposos se hace fecunda y, en
cierto modo, se prolonga y perpetúa en los hijos. En esta familia, así formada
por Dios, compuesta por el papá-varón, la mamá-mujer y los hijos nacidos de
esta unión, el hombre encuentra su máxima dicha y felicidad. Si existiera otro
modelo de familia, en el que el hombre pudiera ser más feliz y encontrar una
mayor plenitud de vida y amor, Dios la habría creado, porque Dios, que es Amor
y Sabiduría infinitas, sólo quiere lo mejor para la creatura que más ama, el
hombre. Esto quiere decir que, al no haber otro modelo de familia, el modelo
que Dios creó en su Sabiduría y Amor, el formado por el varón, la mujer y los
hijos, es el modelo más perfecto de familia. Ningún otro modelo de familia
puede suplantar o mejorar el modelo original creado por Dios, formado por el
papá-varón, la mamá-mujer y los hijos –biológicos o adoptados-.
En el mundo de hoy, caracterizado por ser un mundo sin Dios,
el ser humano sin Dios ha propuesto y propone, continuamente, diversos modelos
de familias –dos papás, dos mamás, hijos procreados artificialmente, etc.-,
pero ninguno de estos modelos familiares, ni es agradable a Dios, ni es un
modelo en el que el hombre encuentre su plenitud, la realización de su amor y
su máxima felicidad. Por este motivo, cualquier modelo de familia que se oponga
al modelo original de Dios –papá-varón, mamá-mujer e hijos-, es absolutamente
contrario a la felicidad del hombre. El cristiano, por lo tanto, no puede
aceptar ninguno de los nuevos “modelos familiares”, nacidos de su pensamiento
soberbio y contrarios al Amor de Dios. Si el hombre insiste en imponer sus
propios modelos familiares, contrarios al designio divino, sólo encontrará en
ellos tristeza, dolor, amargura y muerte. Seamos fieles al proyecto de
Sabiduría y Amor de Dios, que ha creado, para la plena realización del hombre,
a la familia humana compuesta por el papá-varón, la mamá-mujer y los hijos,
frutos del amor esponsal.
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