jueves, 11 de febrero de 2021

Razones por las que un joven católico NO DEBE asistir al Carnaval

 



         ¿Puede un joven –o no tan joven- católico asistir al Carnaval? La respuesta, invariablemente, es un rotundo “NO”. Ahora bien, no se trata de un “no” sin razón alguna: hay varias razones que justifican esta negativa. Veamos brevemente algunas de ellas.

         En el Carnaval, sea cual sea la cultura que lo celebre y sea cual sea el tiempo de la historia en el que se lo analice, el centro o figura principal y central es el demonio, el Ángel caído: por esto, un católico no puede asistir a una celebración en la que el celebrado y homenajeado es el Enemigo de Dios y de las almas;

         El Carnaval exalta y ensalza todo aquello que Cristo derrotó y venció para siempre en la Cruz, el hombre viejo y sus pasiones sin control: en el Carnaval se ensalza la carnalidad, la sensualidad, la satisfacción de las pasiones, sin control ni freno de la razón y de la gracia; en el Carnaval se “revive” el hombre viejo, el hombre dominado por el pecado y por la concupiscencia de la carne, el hombre que es atraído por la sensualidad y los atractivos de la carne y del mundo. Por lo tanto, quien acude al Carnaval, hace vana la Muerte Redentora de Jesucristo en la Cruz;

         En el Carnaval no solo se vive del pecado, sino que se crean las condiciones ideales para que el pecado brote del corazón del hombre, toda vez que en el Carnaval se ofrece al hombre lo que contradice a la Ley de Dios; de esta manera, en el Carnaval no está presente Dios Trino y no se sigue su Ley de gracia y santidad, por el contrario, quien se hace presente, implícita o explícitamente, es el Demonio, quien es el homenajeado principal en toda fiesta de Carnaval, por lo que se siguen sus mandamientos, los mandamientos de Satanás y no los de Dios;

         En el Carnaval no se piensa en las consecuencias nefastas que tienen las obras malas, que es la eterna condenación en el Infierno y por lo tanto no se piensa ni en la gracia ni en el Cielo, sino en el momento presente, pero no es un presente vivido en la Presencia de Dios, sino del Diablo y nada bueno puede surgir de esto;

         En el Carnaval se festeja al pecado como un derecho humano y se lo celebra como si fuera causa de alegría y felicidad, cuando en realidad es causa de toda clase de males que sobrevienen al alma que voluntariamente se aleja de Dios Trino para cubrirse bajo las negras alas del Ángel caído;

         En el Carnaval reina una alegría que no es la alegría de Dios, porque Dios está excluido: la alegría del Carnaval es una alegría superficial, mundana, carnal, originada en el pecado y por lo tanto no solo es pasajera, sino que no es una verdadera alegría: la verdadera alegría proviene del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, quien en cuanto Dios, es la Alegría Increada en Sí misma, que se dona al alma que se postra ante su Presencia sacramental, nada de lo cual sucede en el Carnaval.

         En el Carnaval se ensalzan toda clase de males, pecados y vicios, al tiempo que se desprecian las virtudes –entre otras, la humildad, la modestia, la castidad-, todas las cuales se encuentran no en el Carnaval, sino en los Sagrados Corazones de Jesús y María.

         Por estas razones, y por muchas otras más, un joven católico NO DEBE, bajo ningún punto de vista, asistir al Carnaval y mucho menos celebrarlo.

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