viernes, 30 de septiembre de 2022

Ni salud, ni enfermedad: sólo la voluntad de Dios

 


         Con mucha frecuencia los católicos, en la Santa Misa, piden por la sanación o curación de alguna enfermedad, ya sea propia o de algún ser querido. Esto está bien y, en cierto sentido, es natural el desear tener buena salud. Sin embargo, los católicos podemos y debemos hacer algo distinto que el simplemente tener buena salud. Lo que podemos y debemos hacer es ofrecer el estado de enfermedad que nos aqueja -o cualquier otra situación que nos provoque tribulación-, por manos de la Virgen, a Jesús crucificado, pero no para que Él haga “desaparecer” aquello que nos mortifica, sino para que su Sangre Preciosísima, cayendo sobre nosotros, nos santifique en el estado de salud o de enfermedad en el que nos encontramos y así sea Él quien disponga nuestro estado, según sea su santa voluntad.

         Es esto lo que dice San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales, cuando afirma que “no hay que pedir ni salud, ni enfermedad”, sino que se cumpla la Divina Voluntad sobre nosotros, voluntad que por ser de la Santísima Trinidad, es Tres veces Santa.

         De esta manera, obtendremos algo infinitamente mejor que la curación de nuestra enfermedad o tribulación que estemos padeciendo y es la de cumplir la santa voluntad de Dios en nuestras vidas, que puede querer que nos santifiquemos, o en la salud, o en la enfermedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario