lunes, 28 de febrero de 2022

Porqué los católicos decimos “no” al Carnaval


 


         Existen varias razones por las cuales el católico dice “no” al Carnaval:

         Porque en el Carnaval se exalta al hombre viejo, al hombre caído en el pecado y dominado por la concupiscencia de la carne y de los ojos; de esa manera, se vuelve al estado anterior al Santo Sacrificio de Cristo, sacrificio por el cual nos liberó del pecado al derramar su gracia en nuestras almas, por medio de la Sangre derramada en la Cruz;

         Porque en el Carnaval se exaltan las pasiones, se glorifica a la carne, se ensalza el pecado, haciendo así vana la Redención obrada por Nuestro Señor Jesucristo en el Calvario;

         Porque en el Carnaval el personaje central homenajeado es el Demonio, el Ángel caído, Satanás, el Ángel Apóstata, que se rebeló contra el Ser Divino Trinitario y su Amor infinito y eterno, negándose a reconocerlo como lo que Es, Dios de infinita majestad y bondad y erigiéndose él, el Ángel Apóstata, como un falso dios. En todas las culturas y en todos los tiempos de la humanidad, en cualquier lugar en el que se celebre el Carnaval, el Demonio es explícita o implícitamente alabado y ensalzado, desplazando así al Único que merece ser alabado, ensalzado y adorado, Dios Uno y Trino y su Mesías, el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Trinidad encarnada en Jesús de Nazareth.

         Porque en el Carnaval se hace burla explícita no solo de las virtudes humanas y cristianas –naturales y sobrenaturales-, incitando explícitamente a obrar de forma viciosa y no virtuosa, sino también de la gracia santificante, que hace partícipe al alma de la Vida divina trinitaria al unirla a la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, eligiendo de esta manera el pecado, que cierra las puertas del cielo.

         Finalmente, porque predispone al mal, al quitar el freno a la concupiscencia, con lo cual el alma se olvida o no encuentra interés en participar del inicio de la Sagrada Cuaresma, el tiempo penitencial en el que la Iglesia se une al ayuno de cuarenta días de Nuestro Señor en el desierto, como preparación para la Pasión.

En definitiva, porque se ensalza el pecado y no la gracia; porque se exalta al hombre viejo y no al hombre nuevo, renovado por la Sangre del Redentor; porque se glorifica al Demonio y se reniega del Salvador Jesucristo; porque sumerge al alma en los placeres terrenos, haciéndola olvidar de los verdaderos gozos, los gozos celestiales, que se viven sólo si se participa de la Pasión del Señor en esta vida, es que los católicos decimos “no” al Carnaval.

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