El
Santo Padre Benedicto XVI decía a los jóvenes[1],
en ocasión para la preparación para la Jornada Mundial de la Juventud a
desarrollarse en Río de Janeiro, que debían estar “alegres”, pero no con la
alegría superficial y pasajera del mundo, sino que la alegría debía ser por
Jesús, que es el “Dios, que es Alegría infinita”. Ser de Jesús, ser cristianos,
es una causa de alegría, como dice la Escritura, “Alégrense siempre en el Señor”
(Flp 4,4). La alegría del joven, dice
el Papa, debe ser “la alegría de ser cristianos”, de formar parte de Jesucristo
por el bautismo. Es decir, el Santo Padre anima a los jóvenes a estar alegres,
pero no con la alegría del mundo, sino con la alegría de ser cristianos, de
pertenecer a Jesús, que es en sí mismo la Alegría infinita y eterna de Dios. Fuera
de Jesús, no hay alegría, ni verdadera, ni duradera.
Decía
el Santo Padre que hoy muchos jóvenes no ven la vida como un don de Dios y
tampoco ven el sentido de la vida: “Hay muchos jóvenes hoy que dudan
profundamente de que la vida sea un don y no ven con claridad su camino”, y
esto, porque no tienen la luz de la fe en Jesucristo. Cuando se presentan las
dificultades, esta fe en Jesús la que ilumina el camino al joven: “Ante las
dificultades del mundo contemporáneo, muchos se preguntan con frecuencia: ¿Qué
puedo hacer? La luz de la fe ilumina esta oscuridad, nos hace comprender que
cada existencia tiene un valor inestimable, porque es fruto del amor de Dios”. Jesús
es la Luz de Dios, es Dios, que es Luz eterna, divina; sin Él, la vida es como
cuando alguien se introduce en un bosque espeso, en una noche con nubes densas
que ocultan la luz, y en donde acechan las alimañas y las bestias salvajes. Con
Jesucristo, en cambio, todo se vuelve luminoso, porque la “luz vence a las
tinieblas” y mucho más la luz de Cristo, que es la Luz de Dios, que vence a las
tinieblas vivientes y a las tinieblas del pecado, de la muerte, del error, de
la ignorancia. Con Jesucristo, el camino de la vida adquiere sentido, porque se
vuelve luminoso y claro, como cuando alguien camina por un prado florido en un
día diáfano, sin nubes y con un sol resplandeciente.
¿Dónde
encontrar a Jesús, para ser iluminados por Él? En la oración y en los
sacramentos, principalmente la Reconciliación y la Eucaristía: “Os invito a que
os arraiguéis en la oración y en los sacramentos (…) En la oración le
encomendamos al Señor las personas a las que amamos y le suplicamos que les
toque el corazón; pedimos al Espíritu Santo que nos haga sus instrumentos para
la salvación de ellos; pedimos a Cristo que ponga las palabras en nuestros
labios y nos haga ser signos de su amor” (…) Sabed encontrar en la Eucaristía
la fuente de vuestra vida de fe y de vuestro testimonio cristiano, participando
con fidelidad en la misa dominical y cada vez que podáis durante la semana.
Acudid frecuentemente al Sacramento de la Reconciliación, que es un encuentro
precioso con la misericordia de Dios que nos recibe, nos perdona y renueva
nuestros corazones en la caridad. (En los sacramentos encontramos) la fuerza y
el amor del Espíritu Santo para profesar la fe sin miedo”. El Papa también los
invita a hacer Adoración Eucarística, a estar en silencioso diálogo de amor con
el Dios de la Eucaristía, Cristo Jesús: “Os aliento también a que hagáis
adoración eucarística; detenerse en la escucha y el diálogo con Jesús presente
en el sacramento”.
Si
hacen este camino, dice el Papa, “Cristo mismo les dará” de su luz, de su Amor,
de su Vida, que es la vida eterna de Dios, y así poseerán la verdadera alegría,
aún en medio de las tribulaciones de esta vida, como un anticipo de la alegría
eterna que vivirán en el cielo.
[1] http://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/messages/youth/documents/hf_ben-xvi_mes_20121018_youth.html;
; Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Juventud
2013.
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