He
aquí una serie de razones por las cuales un cristiano católico no puede
celebrar el Carnaval:
-Porque
es una fiesta pagana, en donde el personaje central es el Demonio: es una
fiesta del Demonio y para el Demonio. Esto se puede constatar en todas las
culturas: independientemente del lugar y de la nación o pueblo en la que se
considere, a lo largo de la historia de los hombres, el Carnaval presenta
siempre las mismas características: es una fiesta pagana y el centro de la
atención está puesto en el Demonio. Dios está absolutamente excluido de esta
festividad, por lo que nada bueno se puede encontrar en ella.
-Porque,
en el fondo y si bien de manera implícita, es una consagración al Demonio, desde
el momento en que en el Carnaval se hacen las obras del Demonio: se exaltan la
carne y las pasiones y se deja de lado toda virtud, sea natural o sobrenatural.
No puede un católico acudir a un lugar en donde no solo no se obra lo que Dios
manda, sino que se obran las obras del Enemigo de Dios y las almas, el Demonio.
-Porque es una exaltación del hombre antiguo y sus pasiones
y vanidades, en detrimento del hombre nuevo, el hombre nacido a la vida de Dios
y regenerado por la gracia santificante. En el Carnaval se ensalza el pecacdo,
no solo el de la lujuria, sino también el de la vanidad. El hombre exalta todo
lo que Jesús ha derrotado en la cruz: la carne, la sensualidad, la vanidad, el
orgullo, la embriaguez, la codicia. Festejar el Carnaval es festejar al hombre
viejo, esclavizado y dominado por las pasiones, al mismo tiempo que se rechaza,
se deja de lado y se pisotean la cruz y la Sangre del Redentor derramada en
ella y desde ella.
-Porque no es coincidencia que el Carnaval se celebre antes
del inicio de la Cuaresma: se da rienda suelta al pecado y se invoca al Demonio
para que el alma esté lo más alejada de Dios. Si en la Cuaresma es Dios
Encarnado quien invita al hombre, a través de su Iglesia, a internarse en el
desierto para hacer penitencia, ayuno y obras de misericordia, en el Carnaval es
el Demonio quien invita al hombre, mediante la seducción y la tentación, para
que dé rienda suelta a toda pasión, a todo desenfreno, incluida la gula, además
de invitarlo al más enorme egoísmo, porque en el Carnaval todo gira en torno al
“yo” del hombre viejo, sin hacer ninguna referencia al prójimo necesitado.
-Porque en el Carnaval reina la alegría, sí, es una alegría
mundana, originada en la satisfacción de las pasiones y de la carne, mientras que
la verdadera alegría del cristiano es sobrenatural, viene de lo alto, es
interior y celestial, ya que es la alegría que comunica la gracia de Dios,
quien es “Alegría infinita”, como dicen los santos. En síntesis, en el Carnaval
reina una alegría falsa, sensual, superficial, originada en lo bajo y por lo
tanto es una alegría fugaz y engañosa, mientras que la verdadera alegría para
el cristiano se origina en lo alto y por lo tanto es profunda, interior,
espiritual, porque es la Alegría que no es humana ni angélica, sino que es la
Alegría de Dios, que es la Alegría Increada en sí mismo. Si el cristiano quiere
ser alegre –y el cristianismo es una religión sobrenaturalmente alegre- debe
huir del Carnaval, en donde reina la falsa alegría demoníaca y debe ir a buscar
esa alegría en Dios, Fuente inagotable de la verdadera alegría.
Por estas razones y muchas otras más, el católico no puede
participar del Carnaval, en ninguna de sus múltiples manifestaciones.
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