martes, 29 de marzo de 2022

Jesús es nuestro Amigo Fiel, el Amigo que nunca falla

 



A todas las personas del mundo les gusta tener amigos y eso es normal, porque los seres humanos fuimos creados por Dios para ser amistosos, para dar y recibir el amor de amistad. De entre todas las cosas lindas de la vida, encontrar y tener un buen amigo es tal vez lo más lindo. Encontrar y tener un buen amigo vale más que un tesoro, vale más que un cofre lleno de monedas de oro y así lo dice la Biblia: “El que encuentra un amigo, encuentra un tesoro” (Ecl 6, 17). Un buen amigo estará siempre con nosotros, en las buenas y en las malas; en las buenas, se alegrará cuando nos pasen cosas buenas y alegres; en las malas, nos consolará con sus consejos y con su presencia, cuando nos pasen cosas no tan buenas o tristes.

Ahora bien, encontrar un buen amigo es difícil, como lo dice la Biblia, porque un amigo es como un tesoro y un tesoro es muy difícil de encontrar. Otra cosa que hay que tener en cuenta es que hay amigos y amigos, hay amigos que no son buenos y amigos que son buenos y como dice San Juan Bosco, hay que elegir siempre a los buenos amigos, porque los buenos amigos nos llevan por buenos caminos, mientras que los malos amigos nos llevan por malos caminos. Entonces, si ya es difícil encontrar un amigo, más difícil es todavía encontrar un buen amigo.

Pero todo esto lo tenemos nosotros los católicos, antes que siquiera empecemos a pensar: tenemos Alguien que es más que un buen amigo y Alguien que vale más que todos los tesoros del mundo: ese Amigo es Jesús.

No somos nosotros quienes queremos ser amigos de Jesús, sino que Jesús es quien quiere ser nuestro amigo, porque Él nos ofrece su amistad, antes de que nosotros ni siquiera empecemos a pensar en Él. En la Última Cena, Jesús nos brinda su amistad, ya que nos dice: “Ya no os llamo siervos, sino amigos”. Jesús vale más que todos los tesoros del mundo, porque Él es Dios y es el Amigo Fiel que nunca falla. Nuestro Amigo que es Jesús, está en su Casa del cielo, que es el Reino de Dios, pero también está en su Casa en la tierra, que es el sagrario. Él se queda en la Eucaristía para que nosotros lo vayamos a visitar; así como vamos a la casa de un buen amigo, para compartir un buen rato con él, conversando con él, así tenemos que corresponder a la amistad de Jesús, acudiendo a visitarlo a su Casa de la tierra, el sagrario. No debemos dejar de lado la invitación de Jesús de ser nuestro Amigo más querido y debemos corresponder a su invitación.

Hay algo muy importante que tenemos que saber y es que un amigo terreno, aunque sea muy bueno, en algún momento puede fallarnos, porque puede suceder que no esté cerca cuando lo necesitamos, porque ha viajado, o por algún otro motivo. Pero Jesús es el Amigo Fiel, el Amigo que nunca falla, el Amigo que está siempre esperándonos para darnos el Amor de su Sagrado Corazón. Lo único que debemos hacer es ir a visitarlo en su Casa de la tierra, que es el sagrario y ahí lo encontraremos, en el silencio de la oración.

Por esta razón, porque Jesús es el Amigo Fiel que nunca falla y que siempre está en su Casa, el sagrario, nunca, pero nunca, debemos sentirnos solos; nunca debemos creer que nadie nos escucha, o que nadie nos quiere, o que a nadie le importa lo que nos pasa: Jesús nos ama y desea que vayamos a visitarlo en el sagrario, para contarle nuestras penas y nuestras alegrías. Nunca debemos sentirnos solos o desprotegidos, porque Jesús Eucaristía es nuestro Amigo Fiel que nunca falla, que nunca nos abandona, que siempre nos da, cada vez que vamos a visitarlo al sagrario y cada vez que comulgamos, el Amor de su Sagrado Corazón.

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