domingo, 30 de octubre de 2011

Halloween o la manifestación del infierno



En nuestro mundo se manifiestan, juntamente, y de diversas maneras, otros dos mundos: uno de luz, de armonía y de amor, proveniente de los cielos, del mismo Dios, y otro de oscuridad, de discordia y de odio, proveniente de los infiernos, del ángel caído y sus secuaces.

Es decir, en el mundo visible en el que vivimos y existimos, se entrecruzan otros dos mundos espirituales, uno de luz y otro de oscuridad. Ambos se manifiestan de modos distintos: el mundo espiritual de la luz y del amor divinos, se hace presente en medio nuestro por medio de la Iglesia, por su doctrina, por su magisterio, por la vida de sus santos, por su liturgia, máximamente, por la liturgia eucarística, por medio de la cual ingresa en nuestro tiempo y en nuestra historia Dios mismo en Persona, en el misterio de la Eucaristía.

El inframundo, el mundo de la oscuridad y de las tinieblas, también se manifiesta, y lo hace a través de múltiples modos: por la música rock, por las sociedades secretas, por los medios de comunicación, por el cine, por la medicina, etc. Y una de sus presencias más fuertes, es la de Halloween, por medio de la cual el infierno celebra a sus habitantes, los ángeles rebeldes y las almas condenadas.

Halloween es la contrapartida de la Fiesta de Todos los Santos, en la cual la Iglesia celebra a los bienaventurados habitantes del cielo.

Halloween no es una fiesta infantil e inocente, en donde sólo se recrea una antigua tradición pre-cristiana, tal como la quieren hacer aparecer: es una fiesta de origen diabólico, con fines diabólicos, como es el de hacer caer en la desesperación a quienes no están firmes en la fe, al hacerles creer que el poder del mal, el poder del infierno, es más grande que el poder del Bien, es decir, de Dios y de su Iglesia.

Pero está escrito que “las fuerzas del infierno no prevalecerán” (cfr. Mt 16, 18) contra la Iglesia de Dios, y aunque parezca que el poder de las tinieblas es cada vez mayor, a medida que pasan los días, y la humanidad se acerca al Último Día, al Día del Juicio Final, se acerca también la derrota definitiva de los habitantes del infierno, derrota que señala, al mismo tiempo, el inicio del feliz reinado de Dios Uno y Trino en los corazones de todos los hombres.