sábado, 4 de junio de 2011

Oración del Caminante Scout


Oración del Caminante Scout


Señor,

enséñame a ser libre y honesto,

a descubrir a los demás en el servicio,

a enfrentar la vida con creatividad y optimismo,

y salir a Tu encuentro,

para dar sentido a mi camino.


Señor,

El Señor es Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre; Él es el Hombre-Dios, que ha venido a este mundo para morir en cruz y resucitar, para perdonarnos nuestros pecados y concedernos la filiación divina. Con su muerte y resurrección, nos ha abierto las puertas del cielo, es decir, nos ha donado la posibilidad de conocer y amar a Dios Uno y Trino por la eternidad. Es a Él a quien debemos adorar, amar y servir, y a nadie más.

enséñame

Pedimos a Jesús que nos enseñe, y Jesús nos dice: “Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11, 29). Jesús nos enseña, en la cruz, a ser mansos y humildes de corazón. Lo que debemos aprender en esta vida, para ganar el cielo eterno, es la humildad y la mansedumbre del Corazón de Cristo, y también la humildad y la mansedumbre del Inmaculado Corazón de María.

a ser libre

Jesús dice en el Evangelio: “La Verdad os hará libres” (Jn 8, 32), y como la Verdad es Él, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, y por eso dice: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6), sólo en Él encontraremos la verdad plena y total, absoluta, acerca de Dios y del hombre. En Cristo crucificado encontramos la verdad acerca de Dios, porque Dios Padre es quien pide a su Hijo que muera en cruz, para que cuando su Corazón sea traspasado, recibamos el don del Espíritu Santo, el Amor de Dios; en Cristo crucificado encontramos también la verdad acerca del hombre, que en Cristo está llamado a ser hijo de Dios, y no simple criatura, y está llamado a vivir feliz en la eternidad.

y honesto,

Jesús es el ejemplo de honestidad, ya que sus a seguidores, como a Él, no se les encuentra “ninguna mentira en sus labios, pues son intachables” (cfr. Ap 14, 1-3), y en su reino, no entrarán los que obren el mal, ni los que digan mentiras: “Afuera (del cielo) están los que aman y practican la mentira” (cfr. Ap 22, 15).

a descubrir a los demás en el servicio,

En Cristo encontramos el ideal de servicio. En la Última Cena, Jesús les lava los pies a los discípulos, y les dice: “No he venido a ser servido, sino a servir” (Mt 20, 28), y ese servicio es “dar la vida por los demás”. Servir a los demás es vivir en humildad y verdad, buscando de amar al prójimo en Dios y por Dios, y sirviendo a todos, sobre todo los más necesitados, los pobres y los enfermos. Sólo en el servicio humilde y desinteresado, imitación de la humildad de Cristo, alcanzamos, como cristianos, la verdadera felicidad.

a enfrentar la vida con creatividad y optimismo

Esta vida debemos vivirla con optimismo, con alegría, pero solo la podremos vivir así si nos unimos a Cristo crucificado, porque luego de la cruz, viene la resurrección. Jesús, luego de resucitar, dice a sus discípulos: “Alegraos, Soy Yo”, y los evangelios describen la reacción de los discípulos como de “alegría” (cfr. Mc 16, 8. 12-13. 14-20). Sólo Cristo, muerto en cruz y resucitado, nos comunica la verdadera alegría (cfr. Jn 16, 22), no la alegría del mundo, que es una alegría superficial y pasajera, sino la alegría misma de Dios, que es “alegría infinita”, según Santa Teresa de los Andes.

y a salir a Tu encuentro, para dar sentido a mi camino.

Salimos al encuentro de Cristo, pero es Cristo quien primero viene por nosotros, en la Eucaristía. En cada Misa, en cada Eucaristía, Cristo sale a nuestro encuentro, viene a buscarnos, para morar en nuestros corazones. Debemos salir a su encuentro, con las lámparas encendidas, como las vírgenes prudentes (cfr. Mt 25, 1-13), es decir, con la luz de la gracia en el alma, y con obras de misericordia para con los más necesitados. Solo por la gracia y la misericordia, podré transitar seguro el camino señalado con la sangre de Jesús, el Camino Real de la Cruz, el único camino que lleva al cielo.