sábado, 1 de marzo de 2014

Joven, si amas a Cristo, no festejes el Carnaval

         Joven, si amas a Cristo, no festejes el Carnaval.
         ¿Por qué?
         Estas son las razones:
         Porque tu cuerpo es templo del Espíritu Santo, y en él debe morar, por la gracia, la dulce paloma del Espíritu Santo, y el Carnaval, con su pestilente exaltación de las pasiones, de la carnalidad, de lo más bajo del ser humano, ahuyenta a esta Dulce Paloma, y convierte a tu corazón, de cristalino y luminoso nido, en cueva babeante en donde anida Asmodeo, el demonio de la lujuria.
         Porque tu cuerpo ha sido adquirido por Dios Padre al precio altísimo de la Sangre del Cordero, derramada en la cruz, y si tú festejas el Carnaval, estarás pisoteando esa Sangre y la profanarás horriblemente, haciendo de esa manera vano el sacrificio de Jesucristo y ultrajando horriblemente el don de Dios Padre, arrojando en su Santa Faz su el regalo de su Amor.
         Porque el día de tu bautismo, por la gracia bautismal, Dios Padre convirtió tu corazón en un altar y sagrario más preciosos que el oro, en donde debía alojarse Jesús Eucaristía, y tu cuerpo en un templo de gloria, en donde debía habitar el Espíritu Santo, y tu vida toda debía ser un canto dedicado a la Virgen Santísima, y si festejas el Carnaval, tu corazón será una cueva de serpientes, tu cuerpo un nido de escorpiones, es decir, las pasiones sin control, y no será la Virgen María, con su castidad y pureza, la que guiará tu vida, sino el demonio con su incitación a la lascivia y a todo género de impureza, y entonarás todo tipo de música estridente e impura.
         Si esto haces, al inicio de Cuaresma, tu corazón estará árido y seco, como el desierto y, como el desierto, arderá el sol, es decir, las pasiones sin freno, y, como el desierto, vagarán las alimañas ponzoñosas, los escorpiones, las arañas, los alacranes, las víboras, que son todo género de malos deseos, de malos pensamientos, de malas acciones, de malas obras, que te alejarán cada vez más de Dios, y estarás a merced de las bestias del desierto, es decir, de los demonios.
         Es por esto, querido joven, que te aconsejo, de todo corazón, que si amas a Cristo, no festejes el Carnaval.