En la vida es bueno tener amigos. Pero no cualquier amigo,
sino buenos amigos, como dice Don Bosco, porque los buenos amigos conducen por
buenos caminos, mientras que los malos amigos conducen por malos caminos. Ahora
bien, es un poco difícil encontrar un buen amigo, ya que la Escritura dice: “el
que encuentra un amigo, encuentra un tesoro”. Y encontrar un tesoro es difícil.
Pero nosotros, los cristianos, tenemos un Amigo, un Buen Amigo, un Amigo Fiel,
incluso antes de que lo empecemos a buscar y ese Amigo se llama Jesús. Como
sabemos, Jesús está en el Cielo, resucitado y glorioso, pero también está aquí
en la tierra, en un lugar especial, en la Iglesia, llamado “sagrario”, porque
Jesús está en la Eucaristía. En la Eucaristía, Jesús nos espera, de noche y de
día, para que vayamos a visitarlo, para contarle de nuestras vidas, de nuestras
alegrías, de nuestras tristezas, de nuestros proyectos. Él está ahí, esperando
nuestra visita y se pone muy contento cuando vamos a visitarlo, pero también se
pone muy triste cuando nos olvidamos de Él y nos vamos a buscar cosas que no
nos van a dar la amistad que nos da Jesús. Algo que tenemos que saber es que
quien se acerca a Jesús, nunca, pero nunca, se va con las manos y el corazón
vacíos, porque al que se le acerca, Jesús le da el Amor de su Sagrado Corazón,
que es el Amor de Dios, el Espíritu Santo.
Entones, nunca nos olvidemos de Jesús Eucaristía, nuestro
Amigo Fiel y vayamos siempre a visitarlo, cada tanto, en su casa, donde Él está
esperándonos para darnos su Amor, en el sagrario.