miércoles, 12 de octubre de 2016

Él Árbol de la Sabiduría y la Maestra del cielo


         Hay algo en lo que estamos todos de acuerdo: todos queremos ser felices. Y la escuela nos ayuda en este propósito, porque en la escuela aprendemos a ser mejores personas, ya que cada vez que estudiamos, somos un poco mejor que antes de estudiar. Además, en la escuela aprendemos muchas cosas útiles para la vida, porque estudiamos en los libros las lecciones que nos enseñan los profesores y maestros y así nos perfeccionamos, adquirimos conocimientos que nos hacen ser mejores personas, pero sobre todo, nos capacitan para conseguir un mejor trabajo y así tener una mejor vida. Así, la escuela nos ayuda en este deseo de ser felices.
         Está muy bien esto de aprender las ciencias humanas, por esto que acabamos de decir, estudiando de los libros y aprendiendo las lecciones de nuestros maestros, pero hay otra ciencia, que es mucho más importante que la ciencia humana, que es necesario aprender; hay otro libro, mucho más importante, que los libros de geografía, historia, matemáticas, lenguas, que hay que leer; hay una maestra, que enseña mucho mejor que el mejor maestro del mundo, a la que hay que escuchar: la ciencia que hay que estudiar, es la ciencia divina, la que viene de la mente y del corazón mismo de Dios; el libro que hay que leer, para aprender sus hermosas lecciones, es el Libro de la Cruz; la Maestra a la que hay que escuchar, para aprender sus lecciones celestiales, es la Virgen, que está de pie al lado de la cruz. Es esta ciencia de Dios, que se aprende arrodillados ante el Árbol de la Sabiduría, Jesús en la Cruz y ante el Libro de la Vida, que es Jesús crucificado, escuchando las lecciones de la Maestra celestial, la Virgen, la que nos ayudará no sólo a tener una vida mejor, plena y feliz en esta tierra, sino que nos enseñará a ganar la vida eternamente feliz en el cielo.
         Si no aprendemos la ciencia de la Cruz, arrodillados ante Jesús y escuchando, en silencio, los consejos y lecciones que nos da Nuestra Madre del cielo, la Virgen, jamás, pero jamás, lograremos ser felices, ni en esta vida, ni en la otra; jamás tendremos paz; jamás tendremos alegría; jamás conoceremos el Verdadero Amor, el Amor de Dios, que nos da Jesús con su Sangre que brota de su Corazón traspasado.

         Si queremos no solo ser buenas personas; si queremos no solo tener un mejor trabajo; si queremos no solo ser felices en esta vida y en la otra, debemos aprender del Libro de la Vida, la Santa Cruz de Jesús, escuchando las lecciones que nos enseña la Maestra del cielo, la Virgen María.

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