sábado, 10 de diciembre de 2016

El joven y la Acción de gracias a Dios


         Que un joven desee dar gracias a Dios, por el motivo que sea –con motivo de su cumpleaños, por un logro, por un don recibido-, es siempre loable y, además de ser un acto de justicia para con Dios, revela que esa alma es noble, pues el ser agradecidos para con Dios es siempre fruto de la nobleza de corazón.

         El modo más perfecto y agradable de dar gracias a Dios es por medio de la Santa Misa, puesto que en la Misa es Cristo mismo quien agradece al Padre por nosotros. Ahora bien, para que la acción de gracias sea más perfecta de nuestra parte, tiene que haber algo más que el solo deseo de dar gracias, y es el propósito del cambio de corazón, es decir, el propósito de desterrar del corazón todo lo que no pertenece a Dios, todo lo que desagrada a Dios y nos aparta de Él, que es la Verdad, la Bondad y el Amor Increados; es decir, debemos comprometernos a erradicar del corazón, así como se arranca de un jardín florido una planta venenosa, la mentira, la doblez de corazón, el engaño, porque todo eso pertenece al Padre de la mentira, el Demonio. Nada que sea malo puede estar en el corazón de un cristiano, como tampoco ningún ídolo, como el Gauchito Gil, la Difunta Correa, San La Muerte, o el amor al dinero, a las cosas materiales, a las pasiones desordenadas. Todas estas cosas deben ser eliminadas del corazón, y además este debe ser embellecido con la gracia santificante, para que así, de esa manera, nuestra acción de gracias, unida a la acción de gracias de Jesús en la Misa, sea perfecta.

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