martes, 6 de diciembre de 2016

Jesús es el Dios de la Eucaristía, no es un fantasma


         El mundo de hoy propone a los jóvenes caminos hacia lugares en donde Dios no se encuentra; el mundo de hoy propone vivir como si Dios no existiera; como si Jesús no fuera Dios Hijo hecho hombre y como si no hubiera venido a salvarnos de la eterna condenación y conducirnos a la vida eterna, en el Reino de los cielos; como si Jesús no hubiera dado su vida por todos y cada uno de nosotros en la cruz; como si Jesús no estuviera Presente en la Eucaristía.
         El mundo de hoy propone a los jóvenes, como modo de obtener la felicidad, adorar al  dinero, satisfacer las pasiones, vivir el presente, sin recordar el pasado y sin pensar en el futuro, sin pensar que esta vida se termina pronto y que luego comienza la vida eterna. El mundo de hoy propone a los jóvenes, como modelos de vida, a los ídolos del consumismo, del placer, del materialismo, del relativismo, del ateísmo, del gnosticismo, del ocultismo.
         Sin embargo, en nada de estas cosas mundanas que propone el mundo, está la felicidad que todo joven busca, porque en nada de estas cosas mundanas está Dios; en nada de estos lugares encontrarán los jóvenes otra cosa que no sea oscuridad y muerte, porque en esas cosas mundanas no está el Dios de la Vida, del Amor y de la Paz, Jesús de Nazareth. Sólo Jesús, porque es Dios, es el Único en grado de satisfacer plenamente los anhelos más profundos de paz, de alegría, de amor, que todo joven anhela. Fuera de Jesús, sólo hay oscuridad y muerte; unidos a Jesús, de Él recibimos luz divina y vida divina.
¿Cómo encontrar a Jesús, para recibir de Él lo que sólo Él puede darnos? Podemos encontrar a Jesús por la fe, por el amor y por los sacramentos, y para poder darnos una idea de cómo es esta relación entre Jesús y los jóvenes, podemos utilizar la figura de un niño no nacido en el vientre de la madre: el niño por nacer recibe de su madre todos los nutrientes que necesita para vivir y esto lo recibe por medio del cordón umbilical y de tal manera que, si por algún motivo el cordón umbilical deja de aportar los nutrientes, el niño muere. El cordón umbilical que une a los jóvenes con Jesucristo, son los sacramentos, especialmente, la Eucaristía y la Confesión sacramental, porque los sacramentos son, junto con la fe y el amor, los medios de unión del alma con Jesucristo. Para los jóvenes, y para todos los bautizados, es esencial, para la vida del espíritu, para tener una vida serena en medio de las tribulaciones, y sobre todo, para tener el Amor de Dios y la Vida de Dios en el alma, la unión con Jesucristo por medio de los sacramentos. Los sacramentos son, a la vida del alma, lo que el cordón umbilical al embrión que está en el seno materno: así como por el cordón umbilical le viene la vida al niño por nacer, así por los sacramentos viene la gracia, la vida divina, el Amor de Dios y la luz de Dios.

Queridos jóvenes, les decimos a ustedes lo que el Papa Juan Pablo II dijera a los jóvenes en una homilía: contemplen el Rostro de Cristo, que está en la Cruz y en la Eucaristía, y obtendrán de Él la luz, el Amor, la paz, la alegría de Dios. Jesús no es un fantasma, como una vez dijeron los discípulos; Jesús no es un revolucionario; Jesús no es un extraterrestre, como dicen las sectas de la Nueva Era; Jesús no es mero hombre, como dicen los evangelistas; Jesús no es un hombre bueno: Jesús es Dios y está en la Eucaristía; Jesús es el Dios de la Eucaristía, que está esperándolos en el sagrario para darles todo el Amor de su Sagrado Corazón Eucarístico. 
Él conoce todas nuestras necesidades, materiales y espirituales, y puede solucionar todos los problemas y todas las tribulaciones, por graves que sean, y lo puede hacer en menos de un segundo; en un abrir y cerrar de ojos, Jesús puede y quiere cambiar nuestra vida, porque es Dios, pero Jesús quiere que vayamos a visitarlo en el sagrario, quiere que estemos con Él, que hablemos con Él y que lo escuchemos en el silencio, en lo más profundo del corazón. No hay ningún problema, por grave que sea, que Jesús Eucaristía no pueda solucionarlo, pero Jesús quiere que acudamos ante su Presencia en el sagrario, en la Eucaristía y que le hablemos, en el silencio de la oración, así como se habla a un padre, a una madre, a un hermano, al mejor amigo. Junto al Papa Juan Pablo II, les decimos: fuera de Jesús Eucaristía, sólo hay oscuridad y muerte; junto a Jesús Eucaristía, sólo hay Vida, Luz, Amor, Paz y Alegría celestial.

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