martes, 13 de noviembre de 2012

Las relaciones pre-matrimoniales no están fundamentadas en el Amor verdadero, y por eso solo causan distanciamiento y fastidio mutuo



Las relaciones pre-matrimoniales, puesto que no están basadas en el verdadero amor, solo producen distanciamiento y fastidio mutuo.

Relaciones pre-matrimoniales
            Si dos personas se aman mucho, ¿qué hay de malo que tengan relaciones, aunque no estén casados?
            Para responder a esta pregunta, tenemos que ver qué es lo que entendemos por “amor”. En el mundo de hoy se usa mucho esta palabra, pero de tanto usarla, ha quedado “hueca”, porque se le ha quitado su verdadero significado. Podemos decir que el “amor” es lo que más nos asemeja a Dios Trino, pues lo más íntimo de Dios Trino es el amor. El amor consiste en la entrega libre del corazón, que una persona hace a otra. Al decir “corazón”, nos referimos a la totalidad de la persona, en su cuerpo y en su alma. Una forma de amor muy fuerte, tal vez la más fuerte de todas, es la que se da entre el varón y la mujer; es tan fuerte, que los lleva a querer unirse más allá de la muerte física, es decir, para siempre. Por eso se dice: “El amor es más fuerte que la muerte”.
En este amor, que se llama “esponsal”, los esposos se entregan el uno a otro, con todo lo que son y lo que tienen, en cuerpo y alma, para siempre, es decir, sin condicionamientos de ninguna clase, sin límites ni restricciones de ningún tipo. Y aquí es donde entendemos por qué no se deben tener relaciones pre-matrimoniales: porque fuera del amor esponsal, que lleva a la entrega total de uno por el otro, no hay verdadero amor. Fuera del matrimonio, puede haber atracción física, pero no amor espiritual, verdadero, de tipo esponsal, en donde las personas se donan sin reservas. Fuera del amor esponsal, hay egoísmo, y la razón es que no hay entrega y don total del uno al otro. No hay verdadero amor esponsal fuera del matrimonio.
Las relaciones pre-matrimoniales son un modo de demostrar el amor, ¿porqué no tenerlas?
            No son un modo válido de demostrar el amor. Por el contrario, las relaciones pre-matrimoniales son una muestra de ausencia de verdadero amor, puesto que el verdadero amor respeta el cuerpo del otro, en la espera de la donación total en el momento del matrimonio. Amar es desear el bien al ser amado, y el mayor bien, para los novios, es mantener su cuerpo intacto y virgen, para ser ofrecido al futuro cónyuge en el momento del matrimonio como don recíproco. Lo contrario es como cortar una rosa antes de tiempo, y dejarla secar al sol. Bajo los rayos del sol –las pasiones en las relaciones pre-matrimoniales-, la rosa –la sexualidad propia de cada novio-, aún cuando sea grande y fragante, termina secándose y perdiendo su color y su aroma.
Con frecuencia se confunden el amor verdadero, de tipo esponsal, que lleva a la donación total de sí mismo, cuerpo y alma, al cónyuge, con la sexualidad, o más bien, con la genitalidad, en donde la atracción es sólo de orden físico y pasional, y en donde está ausente el verdadero amor, que es de orden espiritual. La unión sexual -en el ámbito matrimonial- es una expresión, corporal y sensual, del amor esponsal; se deriva de este y en este encuentra su fundamento y su razón de ser. Fuera del amor esponsal, la sexualidad, separada del amor verdadero, conyugal, es sólo genitalidad acompañada de pasión pasajera y, en el fondo, egoísta. Sin el amor esponsal como fundamento, la sexualidad se rebaja a mero instrumento de placer, de placer efímero que en sí mismo es superficial, y que se obtiene en detrimento de la felicidad.
            ¿Por qué el placer sexual es malo en las relaciones pre-matrimoniales y es bueno en el matrimonio?
            Porque lo que hace bueno y agradable el uso de la sexualidad entre el varón y la mujer, es el matrimonio, porque sólo aquí se da la entrega mutua de dos seres que se aman. En la relación sexual de los esposos no hay solamente genitalidad: hay un don del uno al otro con todo lo que se es y se tiene, sin reservarse nada egoístamente, porque se entrega hasta la capacidad de dar vida, mientras se demuestra el amor. En la relación pre-matrimonial hay siempre un trasfondo de egoísmo, porque cada uno se reserva el don de concebir, al evitar el embarazo.
            Pero los que tienen relaciones y no están casados, tienen relaciones porque se aman…
Aunque sean parecidas, las relaciones sexuales fuera de la entrega total del uno al otro, no buscan ni la unión en el amor de los cónyuges, ni tampoco están abiertas a la vida, con lo cual pierden todo su sentido y se vuelven vacías. La sexualidad no ha sido creada para el placer fuera del matrimonio; ha sido creada para comunicar el amor de los esposos y para engendrar hijos en el matrimonio. Si se la saca del contexto del matrimonio, la relación sexual pre-matrimonial se reduce a un mero intercambio afectivo y pasional, que no tiene en cuenta la dignidad de las personas, las cuales, no son solo genitalidad, afectos y pasiones.







¿Y entonces cómo tienen que demostrarse el afecto los novios?
Esto se traduce, para los novios, en la práctica de la castidad, que en su estado de vida significa abstinencia sexual. Sólo en el matrimonio las relaciones sexuales son castas. La persona nunca es cuerpo y materia exclusivamente; por definición, es espíritu y cuerpo, y la relación sexual no puede dejar de lado esta verdad. La relación sexual, para ser legítima, esto es, estar fundada en el verdadero amor, o es entrega total de la persona a la otra, en su cuerpo y en su alma –lo cual sólo acontece en el matrimonio-, o es ilegítima, al darse en un contexto ajeno al matrimonio. En el matrimonio es fuente de alegría y felicidad; en cualquier otro caso, fuera del matrimonio, es fuente de dolor y de tristeza, la mayoría de las veces, irreparables.

 Preguntas para trabajo personal y/o grupal
¿Por qué no se deben tener relaciones pre-matrimoniales?
Si las relaciones sexuales
son buenas en el matrimonio,
¿por qué no lo son antes del mismo?
¿Cómo tienen que demostrarse el afecto los novios?

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