Las relaciones pre-matrimoniales, puesto que no están basadas en el verdadero amor, solo producen distanciamiento y fastidio mutuo.
Relaciones pre-matrimoniales
Si
dos personas se aman mucho, ¿qué hay de malo que tengan relaciones, aunque no
estén casados?
Para responder a esta pregunta, tenemos
que ver qué es lo que entendemos por “amor”. En el mundo de hoy se usa mucho
esta palabra, pero de tanto usarla, ha quedado “hueca”, porque se le ha quitado
su verdadero significado. Podemos decir que el “amor” es lo que más nos asemeja
a Dios Trino, pues lo más íntimo de Dios Trino es el amor. El amor consiste en
la entrega libre del corazón, que una persona hace a otra. Al decir “corazón”,
nos referimos a la totalidad de la persona, en su cuerpo y en su alma. Una
forma de amor muy fuerte, tal vez la más fuerte de todas, es la que se da entre
el varón y la mujer; es tan fuerte, que los lleva a querer unirse más allá de
la muerte física, es decir, para siempre. Por eso se dice: “El amor es más
fuerte que la muerte”.
En
este amor, que se llama “esponsal”, los esposos se entregan el uno a otro, con
todo lo que son y lo que tienen, en cuerpo y alma, para siempre, es decir, sin
condicionamientos de ninguna clase, sin límites ni restricciones de ningún
tipo. Y aquí es donde entendemos por qué no se deben tener relaciones
pre-matrimoniales: porque fuera del amor esponsal, que lleva a la entrega total
de uno por el otro, no hay verdadero amor. Fuera del matrimonio, puede haber
atracción física, pero no amor espiritual, verdadero, de tipo esponsal, en
donde las personas se donan sin reservas. Fuera del amor esponsal, hay egoísmo,
y la razón es que no hay entrega y don total del uno al otro. No hay verdadero
amor esponsal fuera del matrimonio.
Las relaciones
pre-matrimoniales son un modo de demostrar el amor, ¿porqué no tenerlas?
No son un modo válido de demostrar
el amor. Por el contrario, las relaciones pre-matrimoniales son una muestra de ausencia de verdadero amor, puesto que
el verdadero amor respeta el cuerpo del
otro, en la espera de la donación total en el momento del matrimonio. Amar
es desear el bien al ser amado, y el mayor bien, para los novios, es mantener
su cuerpo intacto y virgen, para ser ofrecido al futuro cónyuge en el momento
del matrimonio como don recíproco. Lo contrario es como cortar una rosa antes
de tiempo, y dejarla secar al sol. Bajo los rayos del sol –las pasiones en las
relaciones pre-matrimoniales-, la rosa –la sexualidad propia de cada novio-,
aún cuando sea grande y fragante, termina secándose y perdiendo su color y su
aroma.
Con
frecuencia se confunden el amor verdadero, de tipo esponsal, que lleva a la
donación total de sí mismo, cuerpo y alma, al cónyuge, con la sexualidad, o más
bien, con la genitalidad, en donde la atracción es sólo de orden físico y
pasional, y en donde está ausente el verdadero amor, que es de orden
espiritual. La unión sexual -en el ámbito matrimonial- es una expresión,
corporal y sensual, del amor esponsal; se deriva de este y en este encuentra su
fundamento y su razón de ser. Fuera del amor esponsal, la sexualidad, separada
del amor verdadero, conyugal, es sólo genitalidad acompañada de pasión pasajera
y, en el fondo, egoísta. Sin el amor esponsal como fundamento, la sexualidad se
rebaja a mero instrumento de placer, de placer efímero que en sí mismo es
superficial, y que se obtiene en detrimento de la felicidad.
¿Por
qué el placer sexual es malo en las relaciones pre-matrimoniales y es bueno en
el matrimonio?
Porque
lo que hace bueno y agradable el uso de la sexualidad entre el varón y la
mujer, es el matrimonio, porque sólo aquí se da la entrega mutua de dos seres
que se aman. En la relación sexual de los esposos no hay solamente genitalidad:
hay un don del uno al otro con todo lo que se es y se tiene, sin reservarse
nada egoístamente, porque se entrega hasta la capacidad de dar vida, mientras
se demuestra el amor. En la relación pre-matrimonial hay siempre un trasfondo
de egoísmo, porque cada uno se reserva el don de concebir, al evitar el
embarazo.
Pero
los que tienen relaciones y no están casados, tienen relaciones porque se aman…
Aunque
sean parecidas, las relaciones sexuales fuera de la entrega total del uno al
otro, no buscan ni la unión en el amor de los cónyuges, ni tampoco están
abiertas a la vida, con lo cual pierden todo su sentido y se vuelven vacías. La
sexualidad no ha sido creada para el placer fuera del matrimonio; ha sido
creada para comunicar el amor de los esposos y para engendrar hijos en el
matrimonio. Si se la saca del contexto del matrimonio, la relación sexual
pre-matrimonial se reduce a un mero intercambio afectivo y pasional, que no
tiene en cuenta la dignidad de las personas, las cuales, no son solo genitalidad,
afectos y pasiones.
¿Y entonces cómo tienen
que demostrarse el afecto los novios?
Esto
se traduce, para los novios, en la práctica de la castidad, que en su estado de
vida significa abstinencia sexual. Sólo en el matrimonio las relaciones
sexuales son castas. La
persona nunca es cuerpo y materia exclusivamente; por definición, es espíritu y
cuerpo, y la relación sexual no puede dejar de lado esta verdad. La relación
sexual, para ser legítima, esto es, estar fundada en el verdadero amor, o es
entrega total de la persona a la otra, en su cuerpo y en su alma –lo cual sólo
acontece en el matrimonio-, o es ilegítima, al darse en un contexto ajeno al
matrimonio. En el matrimonio es fuente de alegría y felicidad; en cualquier
otro caso, fuera del matrimonio, es fuente de dolor y de tristeza, la mayoría
de las veces, irreparables.
Preguntas
para trabajo personal y/o grupal
¿Por qué no se deben
tener relaciones pre-matrimoniales?
Si las relaciones
sexuales
son buenas en el
matrimonio,
¿por qué no lo son
antes del mismo?
¿Cómo tienen que
demostrarse el afecto los novios?
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