Hoy en día se nos propone, por medio de los medios de
comunicación, modelos llamados “alternativos” de familia; modelos que se
separan de la concepción tradicional de familia; modelos desconocidos hasta
ahora en la humanidad.
Sin embargo, la Iglesia proporciona un solo modelo de
familia, la Sagrada Familia de Nazareth. En esta Sagrada Familia, encuentran
las familias y sus miembros, el modelo inigualable e inimitable a seguir.
Las madres, encuentran su modelo en la Virgen, que es, al
mismo tiempo, por obra y gracia del Espíritu Santo, Madre de Dios: así como la
Virgen vivió su santidad en el seno de la familia, cuidando a su Hijo, que era
el Hijo de Dios encarnado, y velando por su esposo, San José, que aunque era
esposo meramente legal, recibió siempre un trato respetuoso y cordial por parte
de la Virgen, así toda madre de familia, debe buscar santificarse en la vida
familiar, cuidando de sus hijos y velando por su esposo, obrando siempre con
caridad, con paciencia ejemplar, con amor, a imitación de la Virgen.
Los hijos, encuentran su modelo en Jesús, que siendo el Hijo
Eterno del Padre, eligió encarnarse en el seno de una familia y vivir su niñez,
su juventud y parte de su adultez, en el seno de una familia, sometido al
cuidado y a las órdenes de sus padres, la Virgen y San José, su padre adoptivo.
Jesús es el modelo en el que deben reflejarse los hijos que deseen cumplir a la
perfección el Cuarto Mandamiento: “Honrarás Padre y Madre”, porque nadie más
que Jesús honró a sus padres terrenos con la mayor perfección posible, porque
la honra a los padres se basa en el amor, y ningún hijo amó tanto a sus padres,
como lo hizo Jesús. Así como es Jesús con sus padres –obediente, servicial,
cariñoso, respetuoso, diligente, sacrificado-, así deben ser los hijos
cristianos, con respecto a sus padres.
Los papás y esposos, encuentran en San José el modelo ideal
a seguir: San José era un esposo casto –sólo era esposo meramente legal de la
Virgen, y el trato entre ellos era como el de los hermanos-, que cuidada con
todo amor a su esposa, la Virgen, y a su hijo adoptivo, Jesús. San José era un
padre ejemplar, porque si bien su Hijo era Dios, en la Persona del Hijo, lo
mismo cuidó de Él, lo protegió de quienes lo perseguían –en la huida a Egipto,
por causa de Herodes- y siempre trabajó y se sacrificó para llevar el sustento
a su hogar.
La Sagrada Familia de Nazareth es, entonces, el único modelo
de familia, para todas las familias del mundo.
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