Hay algo en lo que estamos todos de acuerdo: todos queremos
ser felices. Y la escuela nos ayuda en este propósito, porque en la escuela
aprendemos a ser mejores personas, ya que cada vez que estudiamos, somos un
poco mejor que antes de estudiar. Además, en la escuela aprendemos muchas cosas
útiles para la vida, porque estudiamos en los libros las lecciones que nos
enseñan los profesores y maestros y así nos perfeccionamos, adquirimos
conocimientos que nos hacen ser mejores personas, pero sobre todo, nos capacitan
para conseguir un mejor trabajo y así tener una mejor vida. Así, la escuela nos
ayuda en este deseo de ser felices.
Está muy bien esto de aprender las ciencias humanas, por
esto que acabamos de decir, estudiando de los libros y aprendiendo las
lecciones de nuestros maestros, pero hay otra ciencia, que es mucho más
importante que la ciencia humana, que es necesario aprender; hay otro libro,
mucho más importante, que los libros de geografía, historia, matemáticas,
lenguas, que hay que leer; hay una maestra, que enseña mucho mejor que el mejor
maestro del mundo, a la que hay que escuchar: la ciencia que hay que estudiar,
es la ciencia divina, la que viene de la mente y del corazón mismo de Dios; el
libro que hay que leer, para aprender sus hermosas lecciones, es el Libro de la
Cruz; la Maestra a la que hay que escuchar, para aprender sus lecciones
celestiales, es la Virgen, que está de pie al lado de la cruz. Es esta ciencia
de Dios, que se aprende arrodillados ante el Árbol de la Sabiduría, Jesús en la Cruz y ante el Libro de la Vida, que es Jesús
crucificado, escuchando las lecciones de la Maestra celestial, la Virgen, la
que nos ayudará no sólo a tener una vida mejor, plena y feliz en esta tierra,
sino que nos enseñará a ganar la vida eternamente feliz en el cielo.
Si no aprendemos la ciencia de la Cruz, arrodillados ante
Jesús y escuchando, en silencio, los consejos y lecciones que nos da Nuestra
Madre del cielo, la Virgen, jamás, pero jamás, lograremos ser felices, ni en
esta vida, ni en la otra; jamás tendremos paz; jamás tendremos alegría; jamás
conoceremos el Verdadero Amor, el Amor de Dios, que nos da Jesús con su Sangre
que brota de su Corazón traspasado.
Si queremos no solo ser buenas personas; si queremos no solo
tener un mejor trabajo; si queremos no solo ser felices en esta vida y en la
otra, debemos aprender del Libro de la Vida, la Santa Cruz de Jesús, escuchando
las lecciones que nos enseña la Maestra del cielo, la Virgen María.
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