El mundo de hoy nos ha instruido, a través de los medios de
comunicación, para que pensemos en una dirección: que los atractivos que el
mundo nos ofrece –poder, sexo, fama, dinero, placer- es el fin de la vida, que
la vida del hombre se agota en esas cosas.
Nos ha instruido también para rechazar la Cruz de Cristo y a
Cristo en la Cruz: el mundo nos dice que la Cruz es sufrimiento, es dolor y que
es una locura, que no tiene sentido la Cruz.
Sin embargo, las cosas, vistas como las ve Dios mismo, son
totalmente distintas: el mundo nos conduce al vacío, un vacío existencial que
es tanto más profundo cuanto más satisfechos están el placer, el deseo de
poder, de sexo, de dinero, de fama. Cuanto más se consigue eso, más infeliz es
la persona. Cuanto más se aleja la persona de la Cruz de Cristo, más infeliz
es.
Y al revés, cuanto más se acerca a la Cruz, más feliz es,
más paz tiene, más luz divina recibe. Porque pasa con nosotros lo que los
planetas y el sol: cuanto más cerca un planeta del sol, tanto más recibe del
sol lo que es y tiene para dar: luz, calor y vida. En el mundo del espíritu, el
Sol de nuestras vidas es Jesucristo, en la Cruz y en la Eucaristía y nosotros
debemos girar alrededor de Él, así como los planetas giran alrededor del sol. Cuanto
más nos acerquemos a Jesús crucificado y a Jesús Eucaristía, más tendremos lo
que Él, Sol divino, es y tiene para darnos: su luz, su paz, su alegría, su
amor, su sabiduría.
No nos dejemos engañar por el mundo y sus falsos atractivos:
no fuimos hechos para el poder, la fama, el dinero, el sexo, los bienes
materiales. Nada de eso puede satisfacer la sed de amor y paz que tienen nuestras
almas.
Fuimos
hechos para algo infinitamente más grande que los falsos atractivos del mundo:
fuimos hechos para satisfacer nuestra sed de felicidad en el Dios de la
Alegría, Cristo Jesús, el Dios eternamente joven. Y Cristo está en la Cruz, en
la Eucaristía y también en el prójimo, sobre todo, en el prójimo más
necesitado. No nos dejemos engañar por los falsos atractivos del mundo.
Jóvenes, elijan la Cruz
de Cristo y no los atractivos del mundo.
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