El sentido espiritual
de un centenario parroquial
En el decreto de fundación de la Parroquia, se dice que su
objetivo es: “facilitar el cumplimiento de los deberes de los sacerdotes” y
para “satisfacer las necesidades espirituales de los bautizados”. Ahora bien, para
comprender el sentido espiritual de un centenario parroquial, es necesario
hacer una analogía y reemplazar el término “parroquia” por el de “iglesia”,
puesto que la parroquia es, en cierto modo, la presencia visible de la Iglesia
de Jesucristo. Si esto es así, entonces a la Parroquia, como estructura de la
Iglesia que representa a la Iglesia, le corresponde la misma misión de la
Iglesia. ¿Y cuál es esta misión? Ante todo, debemos aclarar cuál NO ES la
misión de la Iglesia: si bien la Iglesia está llamada a obrar la misericordia,
y dentro de esta misericordia está el atender a los más pobres y necesitados,
la misión de la Iglesia –y, por lo tanto, de la Parroquia-, no es la de
terminar con la pobreza del mundo, ni saciar el hambre –al menos, el hambre
corporal, porque sí tiene la misión de saciar el hambre de Dios que toda alma
tiene desde que es concebida-, porque la Iglesia no es una ONG, ni una
organización social, ni un club filantrópico: la misión de la Iglesia es la de
comunicar a los hombres el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, es decir, la
Buena Noticia de la salvación que el Hombre-Dios nos obtuvo con su sacrificio
redentor en la cruz. Por un lado, todo hombre tiene derecho a saber cuál es
esta Buena Noticia, y por otro, Jesús, el Hombre-Dios, tiene derecho a ser
conocido, amado y adorado por todos los hombres, puesto que Él es su Creador,
su Redentor y su Santificador. La misión de la Iglesia es la de comunicar el
mensaje de la salvación de Nuestro Señor Jesucristo, que nos salva de nuestros
tres enemigos mortales: el Demonio, el mundo y el pecado, pero no solo eso,
sino que además este mensaje consiste en que Jesús nos quita los pecados con su
Sangre, nos concede la filiación divina y, con sus brazos extendidos en la
cruz, nos abre las puertas del cielo para que así podamos, por su gracia y
misericordia, entrar a las habitaciones que el Padre ha dispuesto para nosotros
en su Reino.
Ahora bien, este aniversario coincide con los doscientos
años de Nuestra Patria Argentina, lo cual no es un hecho aislado de nuestra
misión como Parroquia, pues nuestra Patria nació a los pies de la Cruz de
Nuestro Señor Jesucristo –la Independencia fue meramente política pero no
cultural ni religiosa- y arropada en manto de María, pues los colores de la
Bandera que le dio Belgrano son un homenaje al manto celeste y blanco de la Inmaculada
Concepción de Luján. Entones, nuestra misión como Parroquia, la de transmitir
el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, se corresponde con el nacimiento de
nuestra Patria a la sombra de la Cruz de Jesús y del Manto de María.
Por último, en la Dedicación del templo parroquial, debemos
ver la prefiguración de nuestra propia condición, en cuanto cristianos, de templos
del Espíritu Santo, en el momento de haber recibido el bautismo sacramental. Así
como el templo se dedica a Dios y deja de ser un espacio físico y meramente
material, para ser Casa de Dios, pues Dios lo consagra con su santidad, así
debemos ver nuestros cuerpos como templos del Espíritu Santo, consagrados por
el bautismo y por lo tanto pertenecientes a Dios desde ese momento. Así, al
entrar en el templo parroquial, debemos recordar que así como el templo es Casa
de Dios, así nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, con lo cual debemos
procurar vivir en santidad, para que nuestros corazones sean los altares en
donde sea adorado el Dios de la Eucaristía, Cristo Jesús.
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