Egresar implica dejar atrás una etapa de la vida, de la
adolescencia, a la juventud; implica cerrar una puerta y abrir otra; implica
dejar de mirar para atrás, para comenzar a mirar hacia el horizonte, hacia los
objetivos que, con mi libertad y mis capacidades, puedo llegar a cumplirlos. El
cumplimiento de estos objetivos estará ligado, para algunos, con el estudio,
para otros, con el trabajo, para otros, con el estudio y el trabajo. Lo que sí
está claro es que ningún objetivo en la vida se obtiene sin esfuerzo y
sacrificio, como también es cierto que lo que se obtiene con esfuerzo y
sacrificio tiene un doble sabor a victoria.
Ahora bien, los objetivos básicos para la auto-realización
de un joven, están formados por un verdadero amor, primero de novios y luego
conyugal, además de un trabajo digno, estable, que permita la manutención digna
de la familia. Además del auxilio de los seres más cercanos, como la familia y
los amigos, el joven cuenta con un auxilio extraordinario para la consecución
de sus objetivos, y ese auxilio extraordinario es Jesús.
Jesús, a pesar de lo que muchos creen, no es “un fantasma”,
como dijeron los discípulos cuando lo vieron caminar sobre el agua (cfr. Mt 14, 23); no es una
figura ideal, pero inexistente; no es un personaje del pasado; no es un
revolucionario social; no es un hombre bueno ni santo: Jesús es Dios, es el
Hombre-Dios, es Dios hecho hombre, sin dejar de ser Dios, y Jesús está, en el
cielo, pero también está aquí, abajo, en la tierra, con nosotros, en la Eucaristía,
esperando por nuestras visitas.
El gran error de los jóvenes católicos de hoy es pensar, o
que Jesús no existe, o que es un ser sin importancia, o que sus mandamientos no
tienen sentido, y es así como los jóvenes católicos de hoy se separan, se apartan
de Él y lo abandonan en el sagrario, y emprenden sus vidas sin Jesús y sin su
gracia, y ése es el peor error que un joven puede cometer: pretender construir
su vida y alcanzar sus objetivos y proyectos, sin Jesús. Ahora bien, el Jesús
de los católicos, se une a nosotros por la fe, por el amor y por los
sacramentos, de manera que quien abandona los sacramentos, abandona a Jesús,
abandona a Dios y se aleja de Dios. Los sacramentos son como el cordón
umbilical para el embrión que está en el seno materno: así como por el cordón
umbilical le llegan los nutrientes, así también, al católico, por los
sacramentos, le llega la gracia, que es la vida de Dios. Los sacramentos son
también como los cables conectores que unen al astronauta con su nave espacial,
cuando sale a hacer una caminata espacial: si se cortan esos cables, el
astronauta se pierde irremediablemente en el espacio, y así sucede con el joven
católico que se aleja de la Eucaristía y la Confesión.
Por último, la relación entre Jesús y el joven, es como el
sol con los planetas: cuanto más cerca está un planeta del sol, tanto más
recibe, del sol, lo que el sol le puede dar: luz, calor y vida, y cuanto más
lejos está el planeta del sol, más frío, oscuro y sin vida éste se encuentra;
de la misma manera, así sucede con los jóvenes y Jesucristo en la Eucaristía:
Jesús Eucaristía es el Sol divino que ilumina nuestras almas, y si nosotros nos
acercamos a Él, por la Confesión y la Comunión, por la fe y el amor, tanto más
recibiremos de Él lo que Él puede y quiere darnos: la luz de Dios, el amor de
Dios, la alegría de Dios, la paz de Dios. Y si nos alejamos de Él, cuanto más
lejos estemos de Él, más oscuros, tristes y sin vida de Dios estaremos. A diferencia
de los planetas, que orbitan alrededor del solo en la órbita ya fijada y no
pueden ni alejarse ni acercarse por sí mimos, nosotros sí podemos hacerlo,
porque tenemos libertad y voluntad, de manera que libremente, o nos acercamos,
o nos alejamos del Sol de justicia que es Jesús Eucaristía. Pero si nos
alejamos, sólo encontraremos, fuera de Jesús Eucaristía, soledad, tristeza,
oscuridad, vacío existencial y muerte.
Si queremos, en la vida, cumplir nuestros objetivos y saciar
nuestros deseos básicos de verdadera felicidad, paz, amor y justicia, no nos
alejemos del Sol de justicia, Jesús Eucaristía.
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