(Homilía en la Santa Misa en acción de gracias por el egreso de la Escuela Primaria de un grupo de niños)
Cuando finaliza una etapa en la vida, como sucede en el caso
de ustedes, que están finalizando la etapa de la Escuela Primaria, se ingresa
siempre en una nueva etapa. En este caso, para ustedes, niños, es, obviamente,
desde el punto de vista de los estudios, la etapa de la Escuela Secundaria. Y una
vez que finalice esta etapa, vendrá una nueva, que pueden ser ó continuar
estudiando, ó comenzar a trabajar, para formar una familia, etc. Cada uno
seguirá por un camino distinto, según sus capacidades y sus esfuerzos. Cada etapa
de la vida tiene sus particularidades, sus más y sus menos, sus enseñanzas, sus
pruebas, sus dificultades, y también sus alegrías y tristezas.
En todo este sucederse de etapas, sin embargo, hay algo que
no debe nunca dejar de tener en cuenta un niño y un joven cristiano, y son las
palabras de Jesús: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo, si pierde su
alma?” (Lc 9, 25). Estas palabras de
Jesús son hoy más actuales que nunca, porque en la sociedad en la que vivimos,
hay como una presión para hacer cosas que no siempre son buenas para las
personas, como por ejemplo, el querer tener muchas cosas, muchos bienes, mucho
dinero, o sino el tener fama, éxito, salir en la televisión, ser famoso, etc.
Hay que prestar mucha atención, porque todas estas cosas no son buenas, no solo
porque no dan paz al alma –aunque una persona sea la persona más rica del
mundo, la riqueza no puede comprar ni un segundo de paz verdadera-, sino que la
mayoría de estas cosas, alejan a la persona de Dios. Y fuera de Dios, nadie es
feliz, ni tiene paz, ni se siente bien.
En nuestro mundo, muchos ofrecen ganancias de dinero rápida,
pero haciendo cosas que son contrarias a los Mandamientos de la Ley de Dios. Si
alguien hace esto, puede ser que gane mucho dinero, pero perderá su alma para
siempre en el Infierno. Por eso hay que tener siempre presentes las palabras de
Jesús: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo, si pierde su alma?”. Es decir,
¿de qué sirve ganar dinero ilícitamente, si así condenamos nuestra alma en el
Infierno? A aquel que desee vivir cumpliendo los Mandamientos de Dios, no le
faltará absolutamente nada, porque Dios es un Padre amoroso que sabe qué es lo
que nosotros, sus hijos adoptivos, necesitamos. Quien cumple los Mandamientos
de la Ley de Dios, muy probablemente no ganará el mundo, es decir, no obtendrá
abundancia excesiva de bienes materiales, pero sí ganará su alma para la vida
eterna, y al final, eso es lo que cuenta, como dice Santa Teresa: “El que se
salva, sabe, y el que no, no sabe nada”.
Al comenzar una nueva etapa en la vida, hagamos el propósito
entonces de tener siempre en la mente y el corazón los Mandamientos de la Ley
de Dios y las palabras de Jesús: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo, si
pierde su alma?”.
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