(Homilía para una escuela secundaria)
Puesto que somos seres humanos y lo que nos distingue a los
seres humanos es la racionalidad, en todo debate –y mucho más en algo tan
serio, como el aborto, en donde están en juego la vida de miles de inocentes-
es necesario usar argumentos racionales y no irracionales, a fin de no
traicionar nuestra naturaleza humana. Es decir, cuanto más racionales sean
nuestros argumentos, mejor fundamentada estará nuestra posición, más humanos
seremos y más razón tendremos. Por el contrario, cuanto menos racionales sean
nuestros argumentos, tanto más nos alejaremos de lo que nos caracteriza y
nuestra posición se debilitará, por cuanto estará fundada en argumentos
irracionales, carentes de razón. Esto no quiere decir que no podamos utilizar
argumentos supra-racionales, por cuanto estos últimos no son contrarios a la
razón, sino superiores a ella. Los argumentos racionales provienen de la mente
humana, de la razón humana; los argumentos supra-racionales, provienen de la
Mente Divina, de la Inteligencia Divina y por eso son superiores a los de la
razón humana, pero no contrarios a ella. Los argumentos irracionales, se oponen
tanto a los racionales como a los supra-racionales y al carecer de razón, se
fundan solo en la voluntad, es decir, son voluntaristas o, lo que es lo mismo,
emocionalistas, en el sentido que se originan en las emociones y no en la
razón. Pues bien, los argumentos favorables al aborto son de este último orden:
irracionales, voluntaristas, emocionalistas, lo cual es peligroso, porque es en
este tipo de argumentos en los que se fundamentan las ideologías totalitarias y
sectarias. En el caso del aborto, tenemos que decir que TODOS los argumentos a
favor del aborto son irracionales, por lo que la posición abortista se
califica, desde el inicio, como irracional, ideológica y emocional. Dicho esto, pasemos a analizar y refutar los argumentos favorables al aborto.
¿Cuáles son los argumentos más comunes a favor del aborto?
“El embrión es un grupo de células y por eso puede ser extraído sin
problemas”. FALSO. El embrión y mucho antes, el cigoto, es ya una persona
humana porque su material genético, aportado por la combinación de los 23 genes
paternos y 23 genes maternos, es totalmente distinto al material genético de
cualquiera de los dos progenitores. La Academia Nacional de Medicina afirma que
la vida humana comienza en el momento de la fecundación, es decir, cuando el
espermatozoide toma contacto con la zona pelúcida del ovocito. En ese instante,
ya inicia una nueva vida humana, y si es vida humana, es ser humano y si es ser
humano, es persona humana. En su declaración del 23 de Diciembre de 1995, la
Academia Nacional de Medicina dice así: “La puesta en marcha del proceso de
formación de una vida humana se inicia con la penetración del óvulo por un
espermatozoide. La nueva célula restante (cigoto), contiene su propio
patrimonio cromosómico, donde se encuentra programado biológicamente su futuro;
y, este hecho científico, con demostración experimental, es así tanto dentro
como fuera del organismo materno”. Es decir, desde el punto de vista
científico, el cigoto –mucho antes que sea “un grupo de células”- es un ser
humano, con un patrimonio cromosómico propio, distinto al de la madre y el
padre. Y si es una persona humana, tiene derechos, como toda persona humana de
más edad y el primer derecho humano es el derecho a la vida. El cigoto no es una célula, sino un embrión uni-celular. Es un embrión con el tamaño y la forma de una célula, pero es un embrión.
“La mujer tiene derecho sobre su cuerpo y por lo tanto puede hacer con
él lo quiera, como extirparse un grupo de células o un embrión”. FALSO.
Sí es cierto que la mujer tiene derecho sobre SU cuerpo, pero NO sobre el
cuerpo de su hijo. Aunque esté recién concebido, el cigoto es un nuevo ser
humano, que tiene un cuerpo del tamaño y la forma de una célula, pero es un
cuerpo al fin y al cabo, y es un cuerpo que es suyo, propio, del niño
concebido, y no de la madre. La madre, con su cuerpo, si quiere puede
extirparse un riñón, para donarlo, o un pulmón; ésos sí son parte de su cuerpo.
Pero el cigoto y el embrión después, NO ES PARTE DE SU CUERPO, por lo que no
tiene derechos sobre él.
“Antes de los 14 días no es persona; es pre-embrión, solo después de
los 14 días es embrión”. FALSO. Como vimos, desde el primer instante de
la fecundación, ya hay una nueva vida humana, en la que está contenida toda la
información genética –genotipo- que luego se desarrollará –fenotipo-, con lo
cual no hay nada, ni cualitativa ni cuantitativamente, que permita afirmar que,
a partir de determinado momento –en este caso, el 14º día- que comience a ser
un ser humano. COMIENZA A SER UN SER HUMANO CON LA FECUNDACIÓN.
“Desde la fecundación hasta la implantación se habla de gestación; solo
en la gestación se habla de embarazo. Por lo tanto, desde el punto de vista
moral, es ético hablar de “interrupción de la gestación”, lo que no sería
aborto”. FALSO. El argumento para rebatir esta falsedad es igual al
anterior: es cigoto-vida humana-ser humano-persona humana desde la fecundación,
por lo que hacer una distinción entre fecundación e implantación para hablar de
gestación y embarazo no tiene relevancia. En cualquier caso, atentar contra el
cigoto, apenas concebido, es atentar contra la vida de un ser humano.
“El aborto terapéutico salva la vida de la mujer, por lo que si se lo
autoriza, disminuyen las muertes maternas”. FALSO. No existe enfermedad
en el mundo que se “cure” con la muerte del niño por nacer. El embarazo no es
una enfermedad, como así también el aborto no es una “terapia”. El médico que
diga que el aborto es terapéutico, o no sabe de medicina, o no se molestó en
estudiar cómo solucionar el problema de salud de la madre embarazada, que en
NINGÚN CASO se soluciona con la muerte del niño. Matar al niño no solo no
curará a la madre, sino que puede incluso llegar a matarla, además de agregar
un homicidio al problema de la enfermedad materna.
“Si el embarazo es producto de una relación sexual no consentida, está
justificado el aborto, porque el Estado no puede obligar a llevar a término el
embarazo no deseado. Es ejercer una violencia sobre la mujer”. FALSO. Una
tragedia –la relación no consentida- no se soluciona con otra tragedia aún
mayor, el homicidio del niño por nacer. Todavía más, agrava la tragedia
pre-existente. Además, abortar supone ejercer máxima violencia –mortal- sobre
un inocente al que se le quita la vida, superior infinitamente a la supuesta
violencia de tener que continuar obligadamente el embarazo, con el agravante de
que no soluciona nada, sino que empeora todo. En todo caso, la solución es
continuar con el embarazo y, si aun después de nacido, no se lo quiere al niño,
se lo da en adopción.
“Interrumpe los proyectos de una joven”. FALSO. Si la joven
quiere seguir con su vida, que lo dé en adopción, pero pretender continuar la
vida propia después de asesinar al propio hijo, no tiene sentido.
“El aborto eugenésico previene las enfermedades genéticas, como el
Síndrome de Down”. FALSO. No previene las enfermedades genéticas; lo
único que hace, es hacer desaparecer, literalmente, a seres humanos nacidos con
defectos cromosómicos –como la trisomía del par 21 o Síndrome de Down-, y es lo
que sucede en la actualidad en países como Islandia, por ejemplo, en donde el
100% de los niños con Síndrome de Down son abortados. El aborto no disminuye la
incidencia de la enfermedad, porque se siguen concibiendo niños con Síndrome de
Down; lo que hace es volverlos invisibles, porque los asesina en el vientre
materno.
Como vemos, TODOS LOS ARGUMENTO ABORTISTAS SON FALSOS E
IRRACIONALES, FRUTO DE UNA IDEOLOGÍA QUE NO USA LA RAZÓN, SINO LA EMOCIÓN Y LA
EMOCIÓN VIOLENTA, PARA HACER DESAPARECER A UNA PERSONA HUMANA RECIÉN CONCEBIDA.
No hay ni puede haber ningún argumento a favor del aborto que tenga sustento
científico. No lo hay, por lo que, el que está a favor del aborto, es un
irracional, un ideólogo y un fanático de la muerte.
Un aspecto a considerar es el de la Misericordia Divina:
Dios perdona el pecado del aborto si alguien ya lo cometió, porque la
Misericordia de Dios es infinita, pero con la condición de que no se lo vuelva
a cometer.
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