Virginidad y Castidad quiere decir apreciar la
sexualidad
¿Cómo se ven hoy la
virginidad y la castidad?
Entre
los jóvenes se ha difundido hoy la mentalidad de que ser virgen y casto es algo
“aburrido” porque impide disfrutar de la vida. También se dice que quienes son
vírgenes o están a favor de la virginidad son personas “atrasadas” o inmaduras
emocional y afectivamente, y que por lo tanto los jóvenes, para madurar y
aprender cosas de la vida, deben dejar de ser vírgenes lo antes posible e
iniciarse en las relaciones sexuales, aún cuando no haya intenciones ni de
noviazgo ni de casamiento de por medio.
¿Por qué se ve a la
virginidad -y a la castidad- como meramente represivas?
Se
las ve como represivas porque se las considera solo en su aspecto negativo. Para quienes
piensan de esta manera, en definitiva, tanto la virginidad como la castidad no son cosas dignas ni
siquiera de ser consideradas, e incluso en ciertos círculos llega a ser un factor
de aislamiento para el o la joven que se inclinan por estas virtudes.
Frente a esta
postura, nos preguntamos a su vez: ¿es cierto que todos los jóvenes deben
perder su virginidad cuanto antes, e iniciarse en las relaciones sexuales para
“madurar”, para “ser felices”, para “estar acorde a los tiempos”, para no ser
“marginados” por los demás jóvenes que ya no son vírgenes? ¿Es cierto que son vírgenes
aquellos a los que “no les queda otra”, porque no son capaces de tener
relaciones sexuales? ¿Es cierto que la pureza y la castidad se basa en la represión de la
sexualidad, y que la virginidad es fruto de ver el sexo como algo malo y
dañino? A todo esto debemos responder negativamente, puesto que la virginidad,
en sí misma, es algo bueno, positivo, agradable, que llena de felicidad a la
persona.
¿Por qué mantener la virginidad? ¿Por qué ser castos?
Quien mantiene la virginidad y se decide por la castidad, no lo hace porque
no sabe “disfrutar” del sexo, o porque lo reprime, o porque lo consideran algo
malo o dañino. Por el contrario, quien se decide por estas virtudes, lo hace convencido de su
gran valor, y precisamente, porque es algo de gran valor, de mucho valor,
renuncia a él para ofrecerlo por un valor y un amor superior.
Lejos de considerar al sexo como algo malo, la
renuncia a la sexualidad de los vírgenes que se inclinan por el matrimonio, y
de los célibes que eligen la vida consagrada, es consecuencia de la gran estima
a la sexualidad.
También aquí podríamos dar un ejemplo: dejar de
lado la virginidad eligiendo la sexualidad fuera del matrimonio y de la opción
de ofrecerla como don en la vida consagrada, la sexualidad se convierte en lo
que el anzuelo para el pez, o el espejismo para el que vaga por el desierto.
¿Por qué se pierden la virginidad y la castidad?
Quizás con un ejemplo podemos responder a esta
pregunta.
Para el pez, la carnada del anzuelo se presenta
como algo apetitoso, y es el motivo por el cual se dirige hacia él para
atraparlo. Pero en cuanto lo muerde, la carnada pierde su condición de
apetitosa, para manifestar su realidad: provoca dolor y también la muerte,
puesto que el pez es sacado fuera de su ámbito vital, el agua. Lo mismo sucede
con la sexualidad que termina con la virginidad, es decir, la sexualidad sin
amor esponsal: parece apetitosa, pero en cuanto se la prueba, esta sexualidad
sin amor, meramente física y pasional, se muestra en su cruda realidad: provoca
dolor y muerte del espíritu, puesto que no hay trascendencia ni don al otro,
sino solo egoísmo e infelicidad. La virginidad no sólo
nunca “pasará de moda”, sino que constituirá siempre, para todo hombre, varón y
mujer, un gran don y una fuente de felicidad para la persona.
La sexualidad sin amor
conyugal es lo que la carnada del anzuelo al pez:
Por fuera parece
apetitosa, pero solo trae dolor y muerte.