Muchas veces podemos preguntarnos cuál es el sentido de la
vida, para qué estamos, quién nos puso aquí, qué caminos debemos tomar. Hay algo
que nos guía y que está a la base de esta pregunta, y es el deseo de felicidad
que todos tenemos. Es decir, en esta búsqueda del sentido de la vida, muchas
veces nos guía el deseo de felicidad que todos tenemos, un deseo que, si no lo
sabemos encauzar, nos conduce a un lugar en el que no solo perdemos el sentido
de la vida, sino también la felicidad misma.
Imaginemos que un joven va caminando por un sendero, que
tiene mucha vegetación a ambos lados. El joven quiere llegar a un lugar en
donde verdaderamente pueda descansar después de una larga jornada de caminata. En
un momento determinado, el sendero se bifurca y se divide en dos senderos: uno,
cuesta arriba, y otro, cuesta abajo. El sendero de la derecha, que es cuesta
arriba, es fatigoso de seguir, la caminata se hace más ardua todavía porque es
en subida, aumentan la sed, el hambre, la fatiga. El sendero de la izquierda,
por el contrario, se hace bien espacioso, se vuelve en bajada, por lo que no
hay que hacer esfuerzo, y a cada rato se encuentran árboles frutales que
permiten saciar el hambre y calmar la sed. El sendero empinado termina en una
cima que luego da lugar a un valle, todo cubierto de césped, por donde corre
agua cristalina; el cielo está despejado, no hay ni una sola nube, el sol está
espléndido y, oh sorpresa, están todos los seres queridos.
El sendero de la izquierda, por el contrario, desemboca en
un bosque con árboles frondosos y copas muy tupidas y tan entrelazadas entre
sí, que no dejan entrar la luz del sol. Además, en poco tiempo oscurece, y
comienzan a escucharse los rugidos de las fieras salvajes, como el oso, el
león, el tigre, que se escuchan muy cercanos y, por lo tanto, se muestran
amenazantes; se escuchan también los silbidos de las serpientes venenosas, los
chistidos de búhos y lechuzas y, con la noche, empiezan a salir arañas
venenosas del tamaño de un pequeño animal. Por otra parte, estamos solos, sin
nuestros seres queridos, y hace mucho frío.
El sendero de la derecha es el sendero de la Fe Católica; el
sendero de la izquierda, es el sendero del ateísmo. El sendero de la derecha
satisface nuestra sed de felicidad y da así sentido a la vida; el sendero de la
izquierda, nos hunde en la tristeza y la angustia y nos hace perder el sentido
de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario