Cristianos en fiesta mundana.
El mundo tiene criterios de vida que son opuestos a los de
Cristo: según el mundo, el hombre puede y debe dar rienda suelta a sus
instintos y pasiones, lo cual se traduce en, literalmente, hacer lo que se
quiera cuando quiera y como quiera. Para el mundo, no hay nada que detenga la
pasión del hombre: basta con que el hombre se proponga algo, para que lo
consiga; basta que el hombre desee algo, para que ese deseo sea convertido en
realidad, aun cuando sea un deseo contra-natura, o aun cuando ese deseo sea
asesinar a los niños por nacer en el vientre materno. Todavía más, el mundo le
llama, a estas pasiones irracionales del hombre, dejadas en total desenfreno, “derechos”.
Así, hay un derecho al homomonio, hay un derecho al aborto, hay un derecho a
cambiar la sexualidad cuando se quiera y como se quiera. Para el mundo no hay
reglas y la única regla, es el primer mandamiento de la Iglesia de Satanás: “Haz
lo que quieras”.
Sin embargo, los criterios de vida de Jesucristo son
radicalmente opuestos a los del mundo. Están basados en el cumplimiento de la
Ley de Dios, en la observancia de sus preceptos, en la oración, en la vida de
la gracia, en el cuidado de la vida interior, de la Presencia de Dios en el
alma. Los criterios de Cristo conducen a la vida eterna; los criterios del
mundo, conducen a la muerte eterna.
El joven católico que ha recibido la instrucción catequética
sabe cuáles son los criterios de Cristo que deben guiar su vida y sabe cuáles
son los criterios mundanos que debe evitar: todo mal pensamiento, toda mala
palabra, todo mal deseo, toda mala obra, deben ser arrancados inmediatamente
del corazón, así como se arranca de raíz una mala hierba que puede arruinar el
jardín entero.
Cuando el joven católico sigue los criterios de Cristo, se
convierte en un seguidor de Cristo y está bajo el amparo de su Santa Cruz;
cuando el joven católico se aparta de los criterios de Cristo, se convierte en
un apóstata y deja de estar bajo la cruz
de Cristo, para estar bajo las alas negras del Ángel caído, Satanás. Cada joven
elige el camino a seguir, si quiere seguir a Jesucristo, o si quiere seguir a
Satanás.
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