viernes, 31 de marzo de 2017

¿Qué sucede cuando rezamos el Rosario?


         Muchos pueden considerar al Rosario como una oración repetitiva, mecánica, e incluso hasta aburrida. Esto sucede cuando no sabemos rezar el Rosario, o cuando no meditamos acerca de qué es el Rosario y qué sucede –de manera invisible e insensible- cuando lo rezamos.
         ¿Cómo rezar el Rosario?
         Primero, debemos considerar que es una oración dirigida, ante todo y principalmente, a la Virgen, a la Madre de Dios. Esta consideración es muy importante porque la Virgen es una persona, es un ser real; aunque no la veamos ni la sintamos, es una persona y, como toda persona, escucha y habla, y mucho más, siendo la Madre de Dios. Tanto es así, que podemos afirmar que no hay ni una sola oración que no sea escuchada por la Virgen.
         Otra consideración a hacer, es que los misterios del Santo Rosario comienzan siempre con un episodio de la vida de Jesús, y la razón es que Jesús es nuestro modelo a imitar y el objetivo final de nuestra vida es configurar nuestra alma y nuestro corazón al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María. Entonces, al enunciar un misterio del Santo Rosario, podemos aplicar un método, inventado por San Ignacio, llamada “aplicación de sentidos”, que consiste básicamente en imaginarse la escena –supongamos, la Anunciación-, e introducirnos nosotros en la escena, dice San Ignacio, “como un esclavito indigno”, y permanecer allí, con amor, fe y devoción, contemplando la escena del misterio del Rosario que acabamos de enunciar. Debemos usar, por lo tanto, la imaginación –la usamos para muchas cosas y no siempre buenas-, y aplicar los sentidos, como si estuviéramos verdaderamente presentes ahí, y para hacer esto, se requiere mucha concentración.
         Esto es un trabajo “desde abajo”, pero también “desde lo alto”, suceden cosas cada vez que rezamos el Santo Rosario, y es la intervención de la Santísima Virgen María que, silenciosa e imperceptiblemente, modela nuestros corazones, así como un escultor modela la arcilla –podemos llamarla “la Divina Escultora”-, y los configura a imagen y semejanza de los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Cuando rezamos el Rosario, además de dirigirnos a Dios Padre en el Padrenuestro y de glorificar a la Trinidad con el Gloria, le dedicamos un “tiempo” a la Virgen, que es lo que dura la recitación del misterio, para que la Divina Escultora modele nuestros corazones, infundiéndoles las virtudes de su Hijo y las de Ella, convirtiéndolos en imágenes vivientes de los Sagrados Corazones. Para esto también se necesita concentración y atención, porque la Virgen no puede actuar en un corazón que está, o alborotado, o aletargado.
         Como vemos, entonces, rezar el Santo Rosario no es, de ninguna manera, una acción mecánica o repetitiva, sino que se necesita poner de nuestra parte, para recibir la infinidad de gracias que nos vienen por rezarlo.
         Por lo que hemos visto, si alguien considera que el Rosario es repetitivo, mecánico o aburrido, es porque no meditó acerca de los misterios que se meditan en él, los misterios de la vida de Jesús, y es porque tampoco meditó acerca de la acción de la Virgen en el alma y el corazón de quien reza el Santo Rosario.


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